martes, 21 de febrero de 2012

Games & restrictions


¿Por qué te uso de parámetro para medir?
¿Por qué mido la realidad mirando a nadie y pretendo mirarte a vos? Y ese color de ojos, y nada. Y esa sonrisa, y nada. Y tu risa, y nada. Y tu boca, y nada.

¿Por qué escuchó más de las veces que son saludables esas canciones que me recuerdan a vos? ¿Por qué me convenzo de que no quiero escucharlas? ¿Por qué entiendo cada letra, cada acorde y cada tono de esa voz aguda y saturada de energía que escucho en cada canción? Y tu boca, y siempre.

Y tu boca, y todo.

jueves, 2 de febrero de 2012

RECUENTO, MIRADAS Y BOTELLAS VACÍAS DE AMOR [De nuevo.]





















Y así, de nuevo.

Otra vez lo mismo. Esta sensación tan cómoda y molesta; tan inerte y tan cambiante. Esa sensación que me provocás siempre que te beso, la misma emoción que tengo cuando recibo un mensaje tuyo. El mismo abrazo cargado de amistad, y de pasión, y cubierto de pasión, refrescado cada momento por tu sensualidad, por la mía, por la necesidad de imaginar nuestros cuerpos juntos.

¿Ahora un café? ¿O me llevás a mi casa y volvemos a lo de siempre? Ya no está la traba de antes, existe una nueva. La misma que me dijo que estaba mal quererte y la misma que me hizo cuestionar mis porqué. La misma razón ridícula de querer tenerte y saber que no puedo.

Por los horarios, por los horarios tuyos y los míos. Por la mala ortografía, por la vanidad que te caracteriza y por la imagen de persona frágil que das cuando llega el momento de tenerte desnudo en frente. Por esa imagen casi perfecta de niño desprotegido que das. ¿Será real? Imaginaré que sí.

¿Qué imagen tengo yo de vos? Esa es mi pregunta. Esa es mi duda.

¿Qué puedo esperar si, por cuestiones lamentables, comparto la misma opinión que tenían de vos y que no quise ver en su momento? Los gritos, la música, el alcohol, la música de nuevo y una película. ¿Qué cambió? Yo. Vos. Los dos. Nada, en realidad y digo estas pelotudeces sólamente para fingir que está todo bien y que puedo ser distinto. ¿Por qué amoldarte a mis ilusiones? Porque yo me amoldé a las tuyas. Ridículas. Las probé, las odié, las amé, me entretuve y las entendí.

¿Las entendí? Realmente, no.

"Hablamos." Y entro en mi casa como si nada hubiera pasado, una mentira más. A mí mismo, a mi familia, a mis amigos. Dentro de dos días va a ser igual. ¿Y yo? Seguiré igual. ¿Seguiré igual?