sábado, 25 de agosto de 2012

El funeral de mi mejor amigo.



Ese mejor amigo. Mejor amiga.

La información que da vueltas, y cae al piso, sigue girando. Una botella, dos botellas. Una navaja, al bolsillo y caminamos de la mano. Siempre cuidados por nada, porque no es nada.

Dos botellas más y nada. Se acabó la diversión; el alcohol ya no se puede consumir.






Somos lo que tenemos, y somos lo que hacemos con lo que tenemos. Es todo mentira.









Hoy es el funeral de mi mejor amigo, porque yo quise enterrar el baúl dentro de una caja de plástico y mandarlo seis metros bajo tierra. Mañana, a lo mejor, lo desentierro.