martes, 17 de agosto de 2010

RECUENTO, MIRADAS Y BOTELLAS VACÍAS DE AMOR [Mañana fría]

Abrí los ojos.

Me tomó tiempo desperezarme, sin moverme demasiado. Estiré de a poco los brazos y me desembaracé del sueño que quedaba. Eran las 8.05 y no tenía ganas de salir de la cama. Quería seguir cubierto por las sábanas, por las frazadas y por tu cuerpo.

No me moví mucho, y me pude acercar un poco a la ventana; estaba empañada, hacía frío. El conductor del noticiero nocturno tenía razón cuando anunció que hoy iba a venir una ola de frío polar. No pensé en atiborrarme de ropa, medias y bufandas; te tenía a vos y era suficiente.

Cuando me levanté, porque logré hacerlo y sin molestarte, me percaté del frío. Agarré el primer par de jeans que vi en el piso y la primer camisa y bajé rápido las escaleras para poder entrar en calor, porque tengo esa manía de subir y bajar las escaleras así; nunca lo voy a saber, y no es relevante ninguna de mis psicopatías.

Baño. Cocina. Baño de nuevo, no me había mirado en el espejo, y era menester conocer mi cara a esas horas matutinas. El resultado fue el esperado: los ojos cansados y el pelo revuelto. Me despejé el sueño que quedaba de rezago con agua fría, a pesar de sufrir por cada centímetro de mis huesos la temperatura casi bajo cero que había en ese momento. Revolví más mi cabeza. ¿Será que quise completar bien la escena y creerme vivir en alguna película yanqui?

Cocina, otra vez. Estaba feliz, empecé a cantar. Estaba feliz, de nuevo. Es increíble como una sola noche puede generar tanto en una persona; como una sola noche diferente a las demás puede ser tan igual a lo que soñábamos hace tiempo y no nos permitíamos reconocer.

Café, bien cargado y sin azúcar. ¿El tuyo? Café suave y con tres cucharadas de azúcar, a menos que en dos años hubieras cambiado tus gustos dulces, esperaba cumplir con el cometido.

Recogí el diario que acababa de llegar bajo la puerta y me dispuse a subir las escaleras. Esta vez sin correr frenéticamente por miedo a ser alcanzado por algún ánima suelta y sin destino en el purgatorio – descripción casi perfecta de mi miedo a caminar lentamente por las escaleras – porque me iba a tropezar y no quería manchar tu camisa con café. Era tu camisa, era tu camisa. Entre el frío, el sueño y la oscuridad no pude diferenciar bien qué agarraba y ese fue el resultado.

Llegué a la puerta y seguías igual, en la misma posición. Mi primera actividad fue dejar las tazas sobre el escritorio, tenía que sacarme el pantalón de jean; la escena tenía que estar completa, no podía no escuchar mi llamativa afección por los momentos hollywoodenses. “¿Por qué tenías puesta una camisa a cuadros?” Caí en ese momento y me lo pregunté por unos momentos mientras seguía revolviendo más mis pelos. Tomé las tazas y me tiré, literalmente, en la cama. Sorpresa: el café no se derramó. “¡Vamos! ¡El azar está de mi lado esta mañana!”

“¿No tendrías que ir a trabajar? ¿No tenías algún compromiso? ¿Por qué seguís durmiendo en mi cama cuando me prometí no volver a tocarte?” Fueron los pensamientos que cruzaron mi mente a esas horas de la mañana. Se cruzaban varias ideas; entre ellas dejarte ahí, mirarte un rato y despertarte para compartir un pseudo desayuno juntos; o despertarte violentamente y sacarte a patadas por la puerta de mi casa. Es obvio, opté por la primera opción.

Te desperté. Despacio primero y ante la negativa de tu cuerpo a entender que ya era hora de dejar los sueños por ahora, porque así lo había exigido e impuesto yo, pasé a mover tus hombros con mi mano izquierda un poco más violentamente.

Me miraste con ojos cansados, tanto o más que los míos. Te estiraste y miraste por la ventana y abriste la boca y dijiste:

-Hace frío. Mucho frío. – Yo miraba tus brazos y tu cuello; siempre me gustó tu cuello.

No objeté palabra, hacía frío. Te miré de nuevo rápidamente, sin que lo notaras, pues seguías contemplando la ventana empañada. Te ofrecí café, lo aceptaste y de nuevo, sin decir nada.

No pensaba en nada en el preciso momento en el que di el primer sorbo. Simplemente estaba extasiado de haber revuelto mi cerebro con tantas ideas ridículas, con tantas verdades, con tantas mentiras que podían llegar a ser verdades.

De la nada, un beso en la mejilla.

Te miré y sonreías. Sonrisa de niño que acaba de cometer una picardía. Me descolocaste, y no hubo silencio, de nuevo rompiste el supuesto hielo impuesto por la vergüenza de hacer alguna alusión a lo que había pasado la noche anterior, obviamente ridiculez producto de mis enrosques mentales.

-Ya no tenés esa manía permanente de afeitarte todas las mañanas. ¿Tres días tiene esa barba? – Fue una observación que no me detuve a pensar y a analizar detenidamente. La situación era extraña de por sí.

-No. Lo debiste notar desde anoche. Y no, son dos días. – Lo dije riendo, y fue una emoción sincera.

domingo, 8 de agosto de 2010

Dichos

- No tengo ganas de lo mismo, siempre.

- ¿De qué? - Sabías muy bien de que hablaba y aún así lo preguntabas. ¡Que desfachates!


- Lo mismo.


- ¿Te pensás que soy pelotudo? - Tiempo después entendería la violencia en tus palabras, no podía saberlo.


- ¿Por qué lo decís? ¿Por qué esta reacción?


- Estoy cansado de ser la excusa, la salida de tus enrosques.


- ¿A qué viene esto?


- Justamente... - dejaste la mirada perdida en mí y por un momento no entendí por qué no reaccionaste instantáneamente; lo comprendí después - a esto. - Y silenciaste tu boca y me callaste.

jueves, 5 de agosto de 2010

Try

All I know
Is everything is not as it's sold
but the more I grow the less I know
And I have lived so many lives
Though I'm not old
And the more I see, the less I grow
The fewer the seeds the more I sow

Then I see you standing there
Wanting more from me
And all I can do is try

I wish I hadn't seen all of the realness
And all the real people are really not real at all
The more I learn, the more I learn
The more I cry, the more I cry
As I say goodbye to the way of life
I thought I had designed for me

All of the moments that already passed
We'll try to go back and make them last

All of the things we want each other to be
We never will be
And that's wonderful, and that's life