Mientras escribo
esto, siento que el mate está muy caliente y que el cigarrillo armado que estoy
fumando se va a apagar si no sigo dándole pitadas. Es difícil, a veces, querer
hacer todo en el mismo momento, pero se siente bien saber y entender en qué posición
estoy. Después de todo, el mate no está tan caliente, sino que mi lengua está
muy sensibilizada.
La sensación de
soledad que me invade no se siente fulminante. Es espesa, pero se siente
liviana. La tradición que siempre tuve, esa de ser solitario, una oveja
disfrazada de lobo que atrae problemas, es parte de mi historia y aún tengo que
solucionarlo. No quiero volver a caminar por la sombra, si no es acompañado,
pero la soledad es estable y sirve.
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