Cuando camino, siempre que lo hago me da por imaginar lo mismo, pienso en qué sería de mí sin tanto dolor y tanta historia; sin verbos que recorrer y fotografías mentales de cuerpos centelleantes a través del espejo de mis emociones. No pretendo ser un gran escritor, pero fallé como amante y es por eso que me creo digno de darme la importancia que requiero.
Sin importar las rutas y las lluvias, solo intento recorrer el estrecho sendero que las sombras me dibujan en frente. Sus manos eran grandes y me abrazaban cuando yo no tenía nadie alrededor, cuando nadie me miraba, yo las mimaba y les daba de comer. Me costó la vida descubrir que el silencio es de plástico y que la nicotina te destruye las ideas y las ansiedades.
No quiero cerrar la idea; me niego. Quiero seguir sufriendo este des-sufrir. Necesito reconocerme frente a la luna porque ella me abandonó y ahora la noche está llena de luz artificial y psicotrópicos.
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