Somos seres imperfectos, descreídos, itinerantes, desastrosos. A veces el príncipe puede ser verde, y la familia ser más grande de lo que pensamos. A veces nuestra nariz es más grande que el paisaje, y literalmente, no podemos ver más allá.
Somos seres desastrosos, imperfectos. Las relaciones humanas pueden durar toda una vida, pero no necesariamente. No es patognomónico del ser humano el ser feliz; pero puede ser una consecuencia.
La felicidad es siempre una consecuencia; SIEMPRE.
Somos felices cuando entendemos nuestra historia y podemos leerla sin que nos duela. Reescribir es imposible. La máquina del tiempo no existe. Las heridas sanan con el tiempo, y esa canción que te hacía llorar hoy no te mueve un pelo.
Los seres humanos somos incomprensibles.
Una película compartida puede valer más que mil palabras y millones de charlas con profundidad aparente. Hoy soy feliz por ser una consecuencia, y no una casualidad.
Me gusta ser yo mismo, hoy.