jueves, 29 de octubre de 2015

Tal vez la soledad me abrace.

                Tal vez ha sido un año muy complicado. A lo mejor no sé entender mis emociones todavía. Creo que es necesario hacer un recuento de lo que he logrado. Estaba pensando en anotar “levantarme temprano”, pero el sueño se está haciendo cada vez más presente. No quiero pensar en que estamos volviendo a la misma rutina de hace un año. 12 meses de crecimiento, pero idas y vueltas en el medio.
                Ahora en casa tenemos un perro, lo adoptamos hace tres meses. Es cachorra y a veces no entiende que no tiene que hacer ciertas cosas. Eso me hace reflexionar. Entender cómo es que volvemos a hacer una y otra vez las mismas cosas, sabiendo que indefectiblemente vamos a tener el mismo resultado.
                “¡Probá con cosas nuevas!”, me dicen algunos amigos. Ellos no entienden que la pereza emocional es producto del cambio. Hasta estar quieto es un cambio. ¿Hasta cuándo vamos a soportar los agravios de la sensatez? Basta. ¡Basta! No podemos seguir con esta dinámica. No quiero revivir las mismas sombras, mucho menos escribir de nuevo lo mismo.
                Hacemos recuentos, votos confesionales y de castidad, para entender en qué nos equivocamos. Volver al primer amor, embeberse de sabiduría prestada, y caminar en la sombra por miedo a las quemaduras solares. “Mañana me levantó temprano”, pienso, para siempre terminar dando vueltas en la cama a las 12:45 del mediodía.

                Tal vez mi cuerpo se esté guardando para los días de insomnio que van a venir. “Porque sos un manija, por eso te pasa”, me dicen mis neuronas. ¡Cuánta razón que tienen! Tendría que escribir una lista de esas cosas y llevarlas a la próxima sesión con mi psicóloga. Tal vez ella me ayude, porque es compañera y sabe qué sentir.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario