Humo. Olor a cigarrilo, de ese que se te impregna en la ropa. Olor a alcohol. Champagne no, es caro; cerveza y vino. Música fuerte, muchos beats por segundo. Mucha música, mucha gente, mucho movimiento. Deshidratación. Cerveza y cigarrillos, el equilibrio fisiológico que necesito.
Dos pasos para que pueda pasar la chica de metro cincuenta con el pelo rojo fuego. Tres pasos a la izquierda, esto parece una pista de aterrizaje, para que pase el chico alto de ojos verdes. Lo sigo mirando, y me río con amis amigos.
Un salto, otro más. Un abrazo. Un chiste que aparece de la nada y la cerveza que ya está manchando mi camisa. Un salto, de nuevo. Más cerveza en mi camisa, en mis pantalones.
Gente que aparece, y sale. Vuelve a salir, vuelve a aparecer. Más música, más cigarrillo. Muchos flashes, muchas fotos al día siguiente. Más cerveza. ¡Y venga el vodka!
-Vení a dormir conmigo - entre gritos y silencios; entre cerveza y vodka-, dale.
-No, no. Somos amigos - más cerveza, más gritos, aumenta la emoción y la alcolemia.
Más gente. Somos todos conocidos, nos hacemos amigos en esta noche y mañana hablamos de más. Más secretos y más alcohol.
-Con vos me casaría, pero mis viejos no me van a dejar.
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