Estaba lloviendo. Era un martes a la noche. Yo estaba cansado, repleto de horarios y tareas ya cometidas. No tenía ganas de nada; sólo cenar, tomar una cerveza y tirarme en el sillón a ver una película de zombies. Era ideal para un martes. Ese día es gris, no tiene color; es un gris cincuenta y cincuenta.
Estuve cuarenta y tres minutos en la ducha. Celular encima del mueble de baño y escuché toda la música pop que pude; de esa que genera en uno ganas de grabar un clip de video con agua cayendo. Bailé, canté y me bañé tomándome todo el tiempo que podía. Tenía la barba desarreglada, la recorté y afeité algunas partes. Estaba listo para dormir. Antes cena rápida y cerveza de medio litro.
Me senté, abrí la cerveza y estaba cortando el primer pedazo de bife y tocaste el timbre.
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