miércoles, 28 de julio de 2010

RECUENTO, MIRADAS Y BOTELLAS VACÍAS DE AMOR [1]


[...] Tus ojos café, siempre tan limpios en mirada, como si pudieses cambiarles la tonalidad a gusto, siempre los miré y me parecieron diferentes; eras vos el que de alguna extraña forma había logrado plasmar el cambio de personalidad en esos ojos profundos. Siempre te admiré, era un halago para mi verte de cerca, tan bien con vos mismo y a la vez librando una batalla de prestigio y soberbia, siempre mirándome de cerca, sintiendo cada pulgada de mi con tus pestañas para no lastimar tu retina. No es alevosía hacer uso de tu belleza para explicar, si es que se puede, cómo me sentía cada vez que lograba descubrir tu mirada por entre las sábanas; no te cubrían, eras vos el que se veía protagonista de ellas y cada vez que te miraba, ellas eran una mancha blanca dentro de un cuadro café.

-Al final, ¿decidiste tatuarte? – y te miré con la copa entre mis ojos y entendiste mi negativa – No soy muy adepto a ese tipo de arte corporal, pero… a vos te queda muy bien. – Sin maña ni vergüenza te dije:

-Desistí. Era algo que en ese momento me hubiera gustado hacer, pero a la larga me iba a arrepentir y no quería tener que pagar después para que algún médico me quemara la piel con láser. – y tus ojos se abrieron y marcaste una sonrisa compinche con tus labios. Decidí cambiar de tema, sino me iba a lanzar al abismo de mis deseos reprimidos, y no lo había planeado; preferí quedarme quieto y controlar mis emociones. - ¿Te gusta el vino? Lo compré hace un par de días, pero no pensé que lo íbamos a estar tomando vos y yo justamente. – lancé una carcajada cómplice, en respuesta a tu mueca afectuosa/siniestra que todavía no se borraba de tu rostro.

-Es rico, siempre me gustó esta variedad. Es más, debés saberlo muy bien; vos me pegaste esta afección perversa por los vinos. – a medida que ibas a hablando lograbas soltar de nuevo esa mueca siniestra mezclada con afecto que me vuelve loco. Yo, un duque; quieto en su lugar, enjaulado por las decisiones que tomé hace dos años.

- Sí, es rico. – y no dije nada más, no quería hablarte. ¿Por qué dije que no estaba ocupado esta noche? ¿Por qué acepté que te invitaras a mi casa? ¿Tan vil sos que decidiste justo hoy, a dos añós de habernos separado, llamarme? Estas preguntas tenían respuestas, sólo que no pude encontrarlas en su momento.

El silencio era necesario.

Pasamos casi 10 minutos tomando vino, prendiste un cigarrillo y me ofreciste uno y no lo acepté; me paré a buscar los míos que habías dejado arriba de la mesa. Me levanté, tuve que acercarme a la mesa, a vos. Que se lea la verdad: me seguías atrayendo, te sentía como un imán y yo, el pobre pedazo de hierro que no podía negarse; y costaba, mucho. Volví a mi asiento y prendí mi pucho.

El silencio era agotador, llegaba a ensordecerme. Hasta que abriste la boca y comprobaste lo que pensaba: no eras cruel, sencillamente eras un boludo que todavía no podía sacarme de su cabeza. [...]

domingo, 18 de julio de 2010


No es correr porque querés entender; estás caminando lentamente y disfrutás de cada charco de agua que te salpica y te moja los pies cuando te movés. Cada palabra transformada en idea que recorre tu cabeza te trae paz; eso no tiene valor.

No vas tildando quehaceres en tu lista de “interminables”; ya no hay estructuras que te limiten. Las pocas que quedaban persisten sólo por tu inocencia de querer seguir siendo lo que eras. El ogro de tu desdicha no existe, lo inventás; tu desdicha ya no es desdicha, tiene mala fama ya y eso lo desdibujaste hace tiempo.

Desdibujaste el interior de lo que eras en pos de un tratamiento sutil y extenuante de tus ideas principales y tu moral. Ahora quedás solo con vos mismo, te mirás al espejo y te gusta lo que ves. Lo lograste, revolucionaste tus interiores, cambiaste tus cimientos y los corriste, pero te llevaste las principales vigas de tu entender porque eso es lo que te mantiene con interés en seguir transmitiendo ideas en diálogos perfectos con tu “yo” interno.

domingo, 11 de julio de 2010

El amor: un ejercicio en decir mentiras

I

No podés explicar bien las cosas porque ni vos mismo las comprendés en su totalidad; idiotez pura y perfecta. No tenés excusas porque no querés, ni trabas a la hora de actuar por tus propios medios cuando querés algo que no esperabas.

La razón crece, se engloba en sí misma y ahora, nada. Todo queda tirado porque resignaste tu libertad sólo por un par de besos.

La idiotez de seguir creyendo en que vas a ser el primero en darte cuenta es una ilusión tan poco clara. “No te va a venir a buscar y vos no sos mejor que lo que esperás.”

II

Esperaste y nada sucedió. Ahora tenés sólo una premisa adentro tuyo y una duda que no crece ni madura, simplemente se queda trabada, dentro de tus propias limitaciones.

Te abren la puerta y entrás, sacudís el polvo de amores anteriores; secás tus penas con alcohol; así las cosas funcionaron. La felicidad es una locura, digna de una historia de razón.

Te abren la puerta y entrás, decidido a cambiar el color de las paredes de lo que sos y nada. Sencillamente no es complejo, es pura sutileza metida dentro de un frasco tibio, seco y lleno de sorpresas que no querés encontrarte en el camino.

III

Una carta no reemplaza a la voz desdeñada de vergüenza, porque tus indirectas no las recibe nadie, mucho menos el objeto de tus preguntas. Hoy sos un boludo, gracioso y divertido que la pasa bien. Y mañana vas a ser lo mismo.

Una ventana de vidrio líquido con emociones amarillas no sirve para decir “me gustás”. Es simple, pero difícil darse tiempo y lugar para abrir a los demás tu “yo interno”. ¿Lo más fácil? Quedarte callado, seguir la corriente y esperar el momento debido para decir esas dos putas palabras y quedarte tranquilo; la impunidad del silencio no es de todos, es tuya y de nadie más. El silencio no es tranquilo, y tu pecho ya tiene demasiadas cosas adentro como para seguir acumulando.

Seamos sinceros y liberemos de espacio a nuestros adentros; digamos “me gustas” y no jodamos más.

sábado, 10 de julio de 2010

Es la ridiculez hecha momento. No tenía sentido en su momento y tampoco lo tiene ahora; el no entener los impulsos es lo que genera diversión y seguridad. De nada sirve tener que repensar los momentos más de una vez; las desiciones se toman y uno debe mantenerlas.

No tiene espacio el recuerdo de nada. Sólo yo y lo que está, nada más.

Genero estupideces porque no me contengo y voy. Sigo viajando hacia ningún lado. En definitiva, tener los labios de la persona que no mirás no se compara con tener los que tanto mirás el día a día. Es una estupidez.

Seguí mis impulsos y quedé varado en nada, en todo y en muy poco. Perdí las oportunidades posibles porque las palabras no salían y el alcohol fluía. Seguía corriendo el veneno de la lujuria por lo que soy y nada me detenía.

Hoy pienso y repienso de nuevo. Cada vez más minutos pasan y yo acá. Teniendo lo que no pedí y disfruto, pero sin conseguir lo que quiero.

viernes, 9 de julio de 2010

I like you

I like you. (But I'm so short of mind and courage that I'm not even supossed to talk to you. Is this idea just a escape from reality? It is not.)
I like you. (I'm so shy when it comes to love.)
I like you. (And that's it. I guess I should tell myself to believe in me and get this words out of my mouth.)

sábado, 3 de julio de 2010

No hay ninguna canción para definir. No tengo imaginación a estas horas y el café ya se enfrió.

Lo único en que puedo pensar es en mí y en lo que dejo de hacer.

El miedo, ese caballero cobarde envuelto en ideas que no funcionan. Esa melancolía de entender y suspirar por un futuro que no va a ser a menos que empiece a jugar esta ronda particular. Ni preguntas ni respuestas, táctica de la más pura. Sin planes, sólo conmigo y con estas ganas.

No entender cómo funciona esto es lo que más curiosidad produce. Y mi cabeza no deja de enroscarse por esto. Es saber vender lo que quiero que compren, y eso. Simplemente comandar este ejército de demencia. Dejar que me enamore del amor y salir a batallar.

Ya no va más este chico simpático y generoso, no más. No al menos esto solo, hay que agregar, hay que sumar. Y desde ahora digo que no, que me cansé de tener esta postura errática y equivocada de seguir pensando que en el amor siempre el jugador más hábil es el que enlaza y el otro se queda expectante. A jugar este juego que quiero proponer.

¿Y si no gano? No tengo que tener desesperanza a estas alturas. No, la cobardía ya se quedó metida adentro de algún cajón, junto a mis ideas anteriores y a mis compromisos con la “no curiosidad”.

Que dar un beso no tenga tantas vueltas.

Que cada vez que las cosas aparezcan en mi pecho

tenga la audacia de poder concretarlas

y que las consecuancias sean sólo una idea.

Que sentir el humo del cigarrillo sea placentero,

no una obligación desenfrenada.

Que la libertad sea una bandera en la espalda

y no un sentimiento escondido.

Que tener valentía se demuestre en cada acción;

que los gritos no se callen.

Que cada mañana sea un SÍ y no un puto NO.

Que cada café tenga tu sonrisa

y que en cada cerveza haya un brindis.

Que cada café tenga tu sonrisa

y que cada mañana sea valentía

Y que un beso no se haga esperar…

viernes, 2 de julio de 2010

Y en la mañana













No, no fue la almohada no reconocida. No fue el color de pared distinto al que estoy acostumbrado ver en las mañanas. Tampoco tuvo que ver el hecho de que sentía todavía el otro lado de la cama caliente y no había nadie. Algo había…

El perfume, eso fue. El olor distinto. Me quedé prendido a las sábanas un rato. Me revolví en mí mismo y seguí soñando despierto. Y ahí estabas, mirándome desde la puerta con esa sonrisa por la que se hubieran tirado 300 tipos al mar; esa complicidad reinventada. Y ahora era mía y de nadie más.