sábado, 10 de julio de 2010

Es la ridiculez hecha momento. No tenía sentido en su momento y tampoco lo tiene ahora; el no entener los impulsos es lo que genera diversión y seguridad. De nada sirve tener que repensar los momentos más de una vez; las desiciones se toman y uno debe mantenerlas.

No tiene espacio el recuerdo de nada. Sólo yo y lo que está, nada más.

Genero estupideces porque no me contengo y voy. Sigo viajando hacia ningún lado. En definitiva, tener los labios de la persona que no mirás no se compara con tener los que tanto mirás el día a día. Es una estupidez.

Seguí mis impulsos y quedé varado en nada, en todo y en muy poco. Perdí las oportunidades posibles porque las palabras no salían y el alcohol fluía. Seguía corriendo el veneno de la lujuria por lo que soy y nada me detenía.

Hoy pienso y repienso de nuevo. Cada vez más minutos pasan y yo acá. Teniendo lo que no pedí y disfruto, pero sin conseguir lo que quiero.

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