sábado, 18 de julio de 2015

Otoño eterno.

Me atrasé en las estaciones y ahora el invierno lo vivo como el otoño. Siento que el frío helado que tengo que soportar en las manos se hace más pertinente cuando lo imagino como el viento zonda que suele aparecer después de las heladas en las montañas. Ahora siento que todo tiene sentido.

Devolví las canciones que me habían prestado y me encuentro curtido, sabio, entendido, calmado, y sincero. Entender que las cosas no siempre son nuestras a veces le da a la situación un estilo de cuento hollywoodense. Prefiero ver la realidad de esa forma porque me siento más interesante.

Pensé que todo lo que estaba viviendo iba a terminar y ahora me encuentro en un nuevo comienzo. Después de devorar las impericias del destino, lleno de caprichos y remolinos, veo con claridad la ternura de los besos y la fragilidad de las miradas.

Pensar en el futuro se siente de manera concreta en mi pecho palpitante. Pienso, tal vez, que podemos correr en contra de todo lo establecido y triunfar, como triunfaban los señores, los caballeros de los cuentos, cuando se enfrentaban a las bestias. No tenemos ninguna hechicera malvada esperando que cometamos un error, pero podemos sentir el suspiro eterno de la malicia recorrar nuestros cuerpos cada vez que intentamos estar juntos.

A lo mejor nuestro destino esté hecho de cera, para que pueda desaparecer ante el primer calor, pero que se reconstruya con el mismo molde; una renacer constante de nuestra idiotez. Ahora somos dos y mi soledad se quedó abandonada en el fondo de alguna botella de vino agrio. Ya no quedan más noches inconclusas, llenas de mentira y de volatilidad emocional. Entiendo el sufrimiento que tuve que pasar para poder apreciar la dulce espera de alguna mano amiga, de tu aliento a cereza, de tu corazón galopante y permanente.

Caminemos juntos este camino disperso. Hagamos buenas migas con las señoras del campo, esas que nos dan de beber cuando estamos cansados. Ellas, tal vez, no entiendan este amor, pero estoy seguro de que las vamos a convencer.

Tratemos de ser cautos a la hora de comer del plato de otro porque nunca podremos confiar en la seguridad. Mientras estemos juntos no hay nada que nos vaya a poder derrotar porque somos conscientes y tenemos poder de decisión. Somos dos contra todo, contra nuestros fantasmas, contra los demonios itinerantes de nuestras madres, contra la desidia de la mentira hecha verdad, contra la demagogia de los cuerpos efímeros, contra la luz que intenta hacer a un lado la oscuridad necesaria.

Seamos dos con un mismo ideal. Caminemos juntos este camino empinado hasta que nos cansemos y un beso nos levante de nuevo. Ideemos un viaje eterno hasta que mi corazón le pida al tuyo una caricia y el tuyo se sienta fuerte.

Inventemos una historia como las que leía de pequeño, donde los príncipes no siempre encontraban a las princesas, pero entendían que podían disfrutar del beso de otro caballero.


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