domingo, 26 de julio de 2015

Receta para sufrir.

Pará. Pensá. Respirá. Volvé a pensar. Pará. Frená. Detenete. Respirá otra vez. Seguí respirando.

I) El corazón bombea más veces de las que nos damos cuenta. La sangre empieza el camino y es truculento. Si vuelve al inicio es que algo no salió bien. Siempre me costó entender cómo funcionaba el sistema circulatorio. Sé que el corazón es una bomba y que a veces se detiene. Nunca entendí bien cómo tomar en cuenta las razones por las que nos quedamos sin sangre. Tal vez la tristeza tiene algo que ver.

II) Sé muy bien las consecuencias que tiene fumar. Entiendo a la perfección el daño que la nicotina y el dióxido de carbono le hacen a las arterias. El insomnio es parecido porque lastima el canal por el que rozamos con cada sentimiento. ¿No es lo mismo acaso ese sentimiento de podredumbre emocional? A lo mejor. No tengo una respuesta en este momento. Solo sé que, si no respiro, me quedo desnudo frente a mis miedos y eso está mal.

III) No visito lo suficiente a mi abuela. Tiene que ver con el miedo irracional que le tengo a la vejez; el temor que siento a vivir solo encerrado en una casa con cinco gatos y muchos ceniceros repletos de colillas de cigarrillo. Mi abuela a lo mejor me extraña, pero de seguro el alzheimer se encarga de mitigar el dolor del abandono.

IV) Siempre es bueno tener una lista de reproducción de canciones tristes para llorar con un sentimiento de película de cine independiente.

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