sábado, 1 de agosto de 2015

Reflexión de madrugada.

Un cataclismo de emociones que tienen dueño ahora me invade y ya no necesito preguntarme por qué. Es claro que estoy totalmente dispuesto a entregar lo poco que tengo. Y es poco porque otros me quitaron lo más lindo que tenía para ofrecer. Aún así, sabiendo que no estoy completo, me abrís los brazos para recibirme de la forma más honesta que he conocido.

Tengo miedo de lastimarte, de herirte de una forma que deje una marca de por vida en vos. Las voces inocentes de mi pasado se pintaron el rostro de negro y me persiguen cada vez que quiero darte un beso. Tu voz y mi piel, mezclados con mis miedos y tu especial sonrisa.

Ya hemos sido uno y necesito repetir la experiencia, pero la necesidad de cuidarte es más grande. Repasar tu espalda y marcarte por siempre, como hago, - porque soy un loco, porque tengo esa necesidad, porque ya me lo explicaron, porque necesito marcar mi dominio, porque somos dos y quiero que seamos uno - eso es lo que quiero.

¿Qué pasa si mañana ya no estamos juntos y te lastimé para siempre? ¿A quién le vas a pedir permiso? Espero ser yo el que te levante todos los días y el que te dé de comer. Cuando entiendas los riesgos, a lo mejor, vaya a ser tarde. No quiero ser el que te dé todo y el que te lo quite. Ayer me preguntaste que cada cuánto tiempo teníamos que controlar mis emociones y las tuyas, y no te supe responder. Tal vez sí, tal vez dije lo que no sentía, pero te sentí tan cerca y tan grande que ahora necesito entender qué es lo que pasa.

Quiero que amanezcamos y que nunca nos cubra la noche. El instinto asesino que me abraza todos los días tiene un nombre, que se graba día a día en mi piel, y no quiero que mi historia se convierta en la tuya. No te puedo pedir perdón por algo que todavía no hago.

Nunca me podría perdonar lastimarte. No quiero que tus miedos y tus costumbres lleven mi nombre con dolor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario