“Si me pongo la
camisa hasta acá arriba, se va a ver parte del tatuaje”, pienso mientras me
preparo para salir a tu casa. Llevo en las venas el miedo de la confrontación y
el producto de las reacciones químicas, acelerada por los psicotrópicos.
En el camino veo lo que siempre
necesitaba cuando era adolescente: libertad, emoción, distracción de la
realidad acuciante, las sonrisas de las hormonas. Lo tuve, no sé por qué lo
anhelo tanto. Si hubiera sido más inteligente, tal vez no tendría las angustias
que tengo ahora y sería mucho más memorioso con las alegrías. La gracia nunca
fue mi fuerte, y no sé cómo hacer un chiste.
Si cruzo mis manos, una encima
de la otra, voy a sentir tu piel porque siempre va a ser mía y nunca la voy a
negar. El destino me había prometido una sinceramiento emocional, y solo me
quede con un corazón devaluado y una sospechosa pulsión sexual que siempre me
enloquece de tristeza. La voz tiene el timbre de tus ojos. Siempre supe ser el
que más quería, y así me fue. Nunca tuve la gracia de ser enemigo, pero soy el
villano perfecto. Si cruzo mis manos, una encima de la otra, mañana no voy a
poder dormir.
“Si hubiera un accidente en este
puente, el trole no podría pasar; como me pasó cuando iba a trabajar hace unos
dos años”, pienso mientras escucho música en el micro. La tecnología me sirvió
para muchas cosas, pero poder escuchar música en cualquier lugar me parece el
verdadero sueño de mi vida. Siempre que cruzo a Capital me acuerdo de vos y de
tus risas; de tu voz afónica y de mis cuerdas vocales gritando un dolor
placentero.
Tuve la desgracia de tatuarme
algo muy importante, en un momento importante, con la persona equivocada al
lado. Vos sos un recuerdo grabado en la piel, en la tinta de ese dibujo que me
lastimé en la piel. Tal vez todo es una metáfora y vos significás algo en ese
desastre psíquico y físico, que se traduce en cada uno de los tatuajes que
tengo.
“Lo que me nutre, me destruye”,
tatuado en un dibujo que me hice cuando había ingresado a la escuela de
medicina. Siempre supe que eso me iba a cortar a la mitad. Siempre intenté
obligarme a quererme y ser quien yo quería ser; el puto éxito de mi vida.