jueves, 15 de abril de 2010

FUCKIN' HANGOVER. LOVE, DON'T MESS AROUND WITH ME [4]

“Y bueno, ¿qué le voy a hacer? ¿Voy a pelear contra lo que pasa y dejar todo como un lindo recuerdo? No, no soy así. Hoy no tengo por qué hacerlo, no tengo una razón. ¿Mi poca lucidez en temas del corazón? No soy una escritora de amores juveniles de ninguna revista femenina, ni siquiera soy un William Shakespeare barato y un poco ojeroso salido de algún experimento mezclando alcohol y tabaco; no soy lo que quisiera y me conviene.”

Dejé que me besaras. Eso creo que fue suficiente. No esperar al amor a veces es la mejor forma de llamarlo. “¡Vamos! ¡Vamos! ¡Tiremos confites y arroz, compremos champagne y descorchémoslo! ¡Brindemos en el aire con copas acartonadas porque hoy el señor descubrió que sí puede permitirse verse en el acantilado más prejuicioso!“ Y ahí vamos de nuevo, la ironía se mezcla con la obviedad de mis pensamientos.

No pienso relatar qué le siguió a ese momento de helado y cocina. No es que no quiera, mi intención es revelarme lo que no recuerdo y ese momento es una de esas cosas. No sé si es que no quiero saber que todavía lo guardo muy adentro de mi anatomía o si no tengo ni el más mínimo recuerdo de esa experiencia porque mi memoria selectiva se encargó de borrarlo y nunca me informó. Prefiero obviarlo, comentar brevemente que fui feliz, que te tuve de nuevo entre mis brazos y que fue parte de un siniestro record de fugases momentos que atesoro en mi memoria. (Entiendo, pero… ¿ironía o paranoia con un toque de cinismo abruptamente patológico?)

Me subí al auto y lo primero que hice fue encender el estéreo y poner algún cd que tenía a mano. Tenía que escuchar música, acordarme de vos mientras me saludabas desde la puerta. Estuve todo el camino pensativo, sin tener siquiera algún típico razonamiento pelotudo de esos que aparecen después de una noche de juerga. Pensativo, en un sentido poético, mi expresión era enfermiza, pero entendible; me estaba enamorando.

En el camino mi celular no sonó. ¿Por qué estuve pendiente? Esperaba un mensaje tuyo.

“¿Esta noche puedo raptarte un ratito?” “Tipo 9 estoy dispuesto para que me lleven.” 9.15 pm estabas tocando el timbre de mi departamento. Yo no tenía muchas intenciones. ¿Qué podía esperar? Algo de comida rápida, algún que otro porrón y sexo tipo “nos encontramos y algún día te llamo”. ¿Qué encontré? Delivery de picada, una botella de vino tinto malbec y un poco de ilusión. No quiero sonar como si hubiera sido víctima de una lobotomía frontal. Voy a contar las cosas como quiero que suenen; aunque esto me traiga tus ojos de nuevo a mi mente, te vea de nuevo tocando mis manos y te sienta besando mi cuello.

Tocaste el timbre, te abrí, subiste, golpeaste la puerta, te abrí, entraste. Rápido, no te hiciste esperar. Hablamos de pelotudeces mientras sacaba dos cervezas de mi heladera, nos sentamos en el sillón y me reí. Me reí mucho, disfruté cada sonrisa tuya. Llamaste al delivery, no te querías ir de mi lugar y tampoco preguntaste si te podías quedar. Tocaron el timbre, bajamos, recibimos, pagamos, subimos, abrimos y comimos. Simple, sin problemas, no me detengo en contar ni el sonido de mis dientes ni la charla ridícula pero entendible y con mucho sentido que tuvimos mientras, sobre el sillón, comíamos queso, aceitunas y tomábamos vino.

Sin música, sin fondo de telenovela. No tenía sentido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario