Should've known that you would break my heartYou said we were better off as friends.I mean I took it kinda hardBut I won't make that mistake again.Swear that I've heard it all beforeJust too bad all it was was talk.
Cuando
me di cuenta de que la situación había pasado de amistosa a algo que claramente
era más que amistosa inmediatamente tomé mi celular y le mandé a mi mejor amigo
el siguiente mensaje: “Nos estamos acariciando, mañana hablamos. No me matés,
gil”. Y pasó lo que tenía ganas que pasara. Terminó la película y no había
muchas excusas para estar ahí más tiempo, podíamos hablar, como muchas veces
hicimos. Si los asiáticos tenían tasas de suicidio más altas, si era cierto que
el trabajo dignificaba, si tantas cosas y otros etcéteras. Sacamos la peli y
pusimos música. Él había copiado toda la música que yo tenía en el pen drive
del auto a su PlayStation. Siempre me hacía chistes sobre eso. En ese momento
tenía una carpeta de éxitos latinos románticos en el auto. Uno puede pensar que
era para momentos cachondos que de hecho era el chiste que él me hacía, pero
no, nada más alejado de la realidad. Esa carpeta estaba ahí para esos momentos
a las siete de la madrugada cuando volvía de bailar con mis amigos y amigas, y
éstas se volvían locas cantando a todo pulmón las canciones más melancólicas y
empalagosas que pudieran existir de Luis Miguel, Sin bandera o Luis Fonzi.
Escuchábamos
el último álbum, en se momento de Lykke Li (es un álbum increíble, realmente
fantástico) y seguíamos comiendo chocolatines que habían sobrado de su
cumpleaños. La música pasaba y estábamos cada vez más cerca. Sinceramente y por
más que trate de acordarme no puedo, no sé en qué momento pasamos de estar
sentados, cerca muy cerca, desenvolviendo chocolates a estar acostado abrazado
a él. Sinceramente no lo recuerdo y no sé en realidad qué tan importante sea saberlo.
De ese pop melódico mezclado con folk pasamos a música en su mejor estado
random, mezcla de pop con remixes en clave dubstep de artistas internacionales.
Un beso en la mejilla y un abrazo fuerte de su parte. Un beso en la mejilla
cerca de sus labios, y una mirada a los ojos. Un beso igual de su parte, y otro
mío igual que el anterior. Nunca di el primer beso, siempre dejé que el otro
fuera el que se tirara primero. Me besó, nos besamos.
De estar acostados en esa posición
incómoda pero cariñosa y confortable pasamos a estar sentados besándonos,
enfrentados. Besos lindos, besos violentos, con ganas, había esperado mucho
tiempo para sentir algo así. Tanta adrenalina sentí en ese momento que todavía
me cuesta recordarlo. Porque siento que quiero repetirlo, tengo ganas de volver
a saludarlo por primera vez en la casa de Germán, tengo ganas de volver a verlo
por segunda vez en ese restaurant cuando no era más que un conocido que me pagó
la cena porque le caía bien, tengo ganas de volver a verlo esa noche bailando
en el boliche y tomarme esa cerveza con él, tengo ganas de que vuelva a pasar
todo lo que viví con él. Con otro desenlace, por supuesto, pero sería un crimen
a la vida misma y a la decencia de mis sueños que eso pasara, porque las cosas
son como son hoy con él y parte de eso es mi historia, es la suya y la nuestra.
Nos besábamos con muchas ganas.
De estar enfrentados me subí encima
de sus piernas y lo presioné contra mí mientras le mordía los labios y él tenía
sus manos en mi espalda. Nos besábamos de una forma muy particular. Hasta ese
momento yo no había sentido nunca esa necesidad imperante de descubrir cada
centímetro, cada parte de los labios de otra persona. Con él tenía ganas de
hacerlo, necesitaba descubrir cada fisura en sus labios, cada movimiento de su
mandíbula; acallar cada gemido silencioso que salía de su boca y respirar cada
bostezo de alegría que tenía. Estaba
excitado y mucho. Había pasado mucho tiempo desde que alguien me había hecho
sentir así. Tenía ganas de arrancarle la ropa, no sacársela. Quería tenerlo más
cerca, sentir su piel, saber cómo era su cuerpo debajo de esas bermudas y esa
remera. Tenía ganas de verlo, de sentirlo mío. Tenía ganas de que me viera, que
me sintiera suyo. No era coger, era algo más y no he podido, hasta ahora,
definirlo bien.
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