domingo, 13 de junio de 2010

CHARLAS Y CONFESIÓN [1]

No sé, tal vez sí. Tal vez no, tal vez puede ser. Un sueño roto sin expectativas de ser reconstruido, un mal pasar del momento que viví y ahora quiero enmendar con nicotina y alcohol; no, no quiero, no preciso y lo anhelo. Ahora se vuelve jodido, se complica, se enreda en sí mismo y el pensamiento ya no es mío.

No es la voz, ni el roce de las manos que no entienden el porqué de esto que nace en mi cabeza y se transmite sin mensaje por todos mis nervios, no. La esencia de esto no tiene pureza, ni sentido, ni determinación, ni lucidez; ni siquiera se da vuelta y me mira a la cara.

El sueño ya no es descanso porque pienso. Soñar es pensar y no es con los ojos abiertos. Pensar es sentir y no tenés pulso y aún así seguís vivo. ¿Entonces? ¿Qué hago?

Un lobo sigiloso en la mirada y temible con sus asperezas. Un lobo ridículo, un lobo que no caza pero que no es vegetariano, come carne.


Insípido sabor de nada, la nada misma en su más extensa situación de regocijo. ¿Ahora qué sigue? Nada. Un lobo ridículo, que nunca cazó y no quiere cazar y que espera ¿qué? Una oveja que no es presa fácil y aún así se sigue disfrazando de su predador, eso es lo que es este lobo ridículo. “Oveja ridícula, no te enamorés, no servís.” Sos presa de nada y cazador de nada. Sos todo lo que otra oveja necesitaría y aún así no la encontrás. Seguirás siendo lobo de corral, agazapado en tu miseria, volcando con alegría tu perdón y sonriendo aunque tu pelaje sea esquilado.


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