¿Vamos a pasear al jardín? – y yo miraba tus labios e imaginaba cosas.
- ¿Por qué? Hablaba de algún tipo de trastorno de personalidad múltiple o de cómo hablar con alguien que está muy chapa para ser entendido por la psicología común.
- No, gil. – y terminé, te pasé el mate y me sonreíste – Hablaba de la gente y el sexo, de cómo nos relacionamos y de qué pensás cuando tenés en frente a alguien que te quiere.
- Ha, por lo visto era muy amplio el texto. ¿No será de tu autoría? – lancé una carcajada cómplice y sonreíste, mientras tomabas mate y te quemabas la lengua.
- No, no soy tan complicado. Soy sincero y simple. Si escribiera un libro de este tipo tendría un título tipo: “Te quiero dar masa: pasos simples para ir a los tomates”. – Nos reímos los dos, me diste otro mate y no lo tomé inmediatamente porque preferí seguir delirando y, mientras imaginaba frases ejemplificadoras, darte a entender que quería darte un beso y pasar más tiempo con vos.
- “Cómo partirle la mandarina en gajos a tu objeto de afecto”
- “Pasos simples para meterte en los pantalones de quien querés”
- “Guía lógica de entendimiento humano: todo pasa por el sexo”
- “Informe teórico: dejémonos de tanto prefacio y pasemos a las cachetadas, compadre”
- “Apurate que mañana se te va: historia de hechos y desechos, el amor no afecta a nadie”
- Jaja – y tu sonrisa dulce, la misma de siempre – te salió el romántico de adentro, lo tenías guardado.
- “Lobo boludo date cuenta: con la oveja no vas a ningún lado”, yo creo que ese se aplica más a esto, ¿no? – un silencio vino y se quedó. Un silencio vino y no se iba a ir y yo estaba tirado contra un árbol pedorro y todavía pensaba que las inexistentes realidades de los mensajes subliminales seguían ejerciendo presión.
- ¿A esto? – no entendí qué querías decir y me quedé mudo por un segundo que se hizo eterno en mi cabeza; muchas imágenes pasaron y muchas ganas tuve de darte un beso y romper con la rutina y decirte que te quería y que quería tenerte cerca, que quería soñar con vos, compartir la misma almohada en una cama de una sola plaza y que lo único que me lo impedía era mi pelotuda convicción de no ser suficientemente hombre como para poner los huevos sobre la mesa (o sobre el pasto, ya que estamos hablando de un jardín) y decirte simplemente que me gustabas. – No entiendo.
- Nada, dejá. Igual nunca tenemos tiempo para hablar de estos temas, señor. Tarde o temprano tenía que pasar. Mañana te doy el libro.
- Esquívalo, dale. – y mis ojos me informaron que el agua se había acabado hace rato. El mate estaba frío y el termo estaba tirado por ahí. Muchos puchos habíamos fumado y estábamos más cerca que lo que nuestros cuerpos habían dictaminado en un principio. - ¿A qué te referís?
- Si te doy un beso, ¿te vas a ir caminando por donde viniste, me vas a cortar el mambo de primera vuelta o te vas a quedar para responderme con otro beso?
- No me negaste un mate, por más caliente que haya estado el agua me lo banqué como un caballero. Y un beso no se le niega a nadie, me dijeron. Considerando las circunstancias y viendo todo en un contexto más amplio, nunca me iría ni mucho menos te cortaría el mambo de primera. No le quiero dar la razón a mi patología amorosa cobarde de siempre esperar a que el otro de el primer paso, pero creo que voy a desenvolver tus intenciones a mi favor.
Sabes que es lo que me gusto más? El hecho de que tenes una gran habilidad para formar frases cortas y absolutas. Como aquellas que aparecen ante un fondo blanco en alguna película independiente europea.
ResponderEliminar"El agua se hacía esperar." Me encantó. Simple, pero ubicado con claridad y autoridad, en el momento y ubicación que parece nacieron para sostener tal afirmación.
Te felicito. Voy a seguir tu blog.
Termino el comentario acá porque tengo que leer más cosas tuyas.
jajajajaja yo le recomende tu blog a Augusto. Me encanto rodri!!, escribis super/hiper bien...Cada dia me copa mas!
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