martes, 9 de noviembre de 2010

A pasos de una puerta; en un baño de boliche; en una cocina.

- No es justo esto.

- No. ¿quién dijo que iba a ser así?

- No es justo.

- Repito.

- Ahora. No es justo, no tenés derecho.

- ¿Por qué?

- Porqu…

- ¿Por estar borracho? ¿Por decirte la verdad? ¿Por darme cuenta ahora de que quiero esto? No entiendo.

- ¿Vos no entendés? Y yo tengo que saberlo todo.

- No entiendo tu explicación, tu definición de justicia no me cabe.

- Sos un imbécil.

- Sí.

- Sos un forro.

- Sí.

- Sos una mierda de persona. Ahora, ¿por qué?

- Porque el amor no entiende de tiempos oportunos.

martes, 17 de agosto de 2010

RECUENTO, MIRADAS Y BOTELLAS VACÍAS DE AMOR [Mañana fría]

Abrí los ojos.

Me tomó tiempo desperezarme, sin moverme demasiado. Estiré de a poco los brazos y me desembaracé del sueño que quedaba. Eran las 8.05 y no tenía ganas de salir de la cama. Quería seguir cubierto por las sábanas, por las frazadas y por tu cuerpo.

No me moví mucho, y me pude acercar un poco a la ventana; estaba empañada, hacía frío. El conductor del noticiero nocturno tenía razón cuando anunció que hoy iba a venir una ola de frío polar. No pensé en atiborrarme de ropa, medias y bufandas; te tenía a vos y era suficiente.

Cuando me levanté, porque logré hacerlo y sin molestarte, me percaté del frío. Agarré el primer par de jeans que vi en el piso y la primer camisa y bajé rápido las escaleras para poder entrar en calor, porque tengo esa manía de subir y bajar las escaleras así; nunca lo voy a saber, y no es relevante ninguna de mis psicopatías.

Baño. Cocina. Baño de nuevo, no me había mirado en el espejo, y era menester conocer mi cara a esas horas matutinas. El resultado fue el esperado: los ojos cansados y el pelo revuelto. Me despejé el sueño que quedaba de rezago con agua fría, a pesar de sufrir por cada centímetro de mis huesos la temperatura casi bajo cero que había en ese momento. Revolví más mi cabeza. ¿Será que quise completar bien la escena y creerme vivir en alguna película yanqui?

Cocina, otra vez. Estaba feliz, empecé a cantar. Estaba feliz, de nuevo. Es increíble como una sola noche puede generar tanto en una persona; como una sola noche diferente a las demás puede ser tan igual a lo que soñábamos hace tiempo y no nos permitíamos reconocer.

Café, bien cargado y sin azúcar. ¿El tuyo? Café suave y con tres cucharadas de azúcar, a menos que en dos años hubieras cambiado tus gustos dulces, esperaba cumplir con el cometido.

Recogí el diario que acababa de llegar bajo la puerta y me dispuse a subir las escaleras. Esta vez sin correr frenéticamente por miedo a ser alcanzado por algún ánima suelta y sin destino en el purgatorio – descripción casi perfecta de mi miedo a caminar lentamente por las escaleras – porque me iba a tropezar y no quería manchar tu camisa con café. Era tu camisa, era tu camisa. Entre el frío, el sueño y la oscuridad no pude diferenciar bien qué agarraba y ese fue el resultado.

Llegué a la puerta y seguías igual, en la misma posición. Mi primera actividad fue dejar las tazas sobre el escritorio, tenía que sacarme el pantalón de jean; la escena tenía que estar completa, no podía no escuchar mi llamativa afección por los momentos hollywoodenses. “¿Por qué tenías puesta una camisa a cuadros?” Caí en ese momento y me lo pregunté por unos momentos mientras seguía revolviendo más mis pelos. Tomé las tazas y me tiré, literalmente, en la cama. Sorpresa: el café no se derramó. “¡Vamos! ¡El azar está de mi lado esta mañana!”

“¿No tendrías que ir a trabajar? ¿No tenías algún compromiso? ¿Por qué seguís durmiendo en mi cama cuando me prometí no volver a tocarte?” Fueron los pensamientos que cruzaron mi mente a esas horas de la mañana. Se cruzaban varias ideas; entre ellas dejarte ahí, mirarte un rato y despertarte para compartir un pseudo desayuno juntos; o despertarte violentamente y sacarte a patadas por la puerta de mi casa. Es obvio, opté por la primera opción.

Te desperté. Despacio primero y ante la negativa de tu cuerpo a entender que ya era hora de dejar los sueños por ahora, porque así lo había exigido e impuesto yo, pasé a mover tus hombros con mi mano izquierda un poco más violentamente.

Me miraste con ojos cansados, tanto o más que los míos. Te estiraste y miraste por la ventana y abriste la boca y dijiste:

-Hace frío. Mucho frío. – Yo miraba tus brazos y tu cuello; siempre me gustó tu cuello.

No objeté palabra, hacía frío. Te miré de nuevo rápidamente, sin que lo notaras, pues seguías contemplando la ventana empañada. Te ofrecí café, lo aceptaste y de nuevo, sin decir nada.

No pensaba en nada en el preciso momento en el que di el primer sorbo. Simplemente estaba extasiado de haber revuelto mi cerebro con tantas ideas ridículas, con tantas verdades, con tantas mentiras que podían llegar a ser verdades.

De la nada, un beso en la mejilla.

Te miré y sonreías. Sonrisa de niño que acaba de cometer una picardía. Me descolocaste, y no hubo silencio, de nuevo rompiste el supuesto hielo impuesto por la vergüenza de hacer alguna alusión a lo que había pasado la noche anterior, obviamente ridiculez producto de mis enrosques mentales.

-Ya no tenés esa manía permanente de afeitarte todas las mañanas. ¿Tres días tiene esa barba? – Fue una observación que no me detuve a pensar y a analizar detenidamente. La situación era extraña de por sí.

-No. Lo debiste notar desde anoche. Y no, son dos días. – Lo dije riendo, y fue una emoción sincera.

domingo, 8 de agosto de 2010

Dichos

- No tengo ganas de lo mismo, siempre.

- ¿De qué? - Sabías muy bien de que hablaba y aún así lo preguntabas. ¡Que desfachates!


- Lo mismo.


- ¿Te pensás que soy pelotudo? - Tiempo después entendería la violencia en tus palabras, no podía saberlo.


- ¿Por qué lo decís? ¿Por qué esta reacción?


- Estoy cansado de ser la excusa, la salida de tus enrosques.


- ¿A qué viene esto?


- Justamente... - dejaste la mirada perdida en mí y por un momento no entendí por qué no reaccionaste instantáneamente; lo comprendí después - a esto. - Y silenciaste tu boca y me callaste.

jueves, 5 de agosto de 2010

Try

All I know
Is everything is not as it's sold
but the more I grow the less I know
And I have lived so many lives
Though I'm not old
And the more I see, the less I grow
The fewer the seeds the more I sow

Then I see you standing there
Wanting more from me
And all I can do is try

I wish I hadn't seen all of the realness
And all the real people are really not real at all
The more I learn, the more I learn
The more I cry, the more I cry
As I say goodbye to the way of life
I thought I had designed for me

All of the moments that already passed
We'll try to go back and make them last

All of the things we want each other to be
We never will be
And that's wonderful, and that's life

miércoles, 28 de julio de 2010

RECUENTO, MIRADAS Y BOTELLAS VACÍAS DE AMOR [1]


[...] Tus ojos café, siempre tan limpios en mirada, como si pudieses cambiarles la tonalidad a gusto, siempre los miré y me parecieron diferentes; eras vos el que de alguna extraña forma había logrado plasmar el cambio de personalidad en esos ojos profundos. Siempre te admiré, era un halago para mi verte de cerca, tan bien con vos mismo y a la vez librando una batalla de prestigio y soberbia, siempre mirándome de cerca, sintiendo cada pulgada de mi con tus pestañas para no lastimar tu retina. No es alevosía hacer uso de tu belleza para explicar, si es que se puede, cómo me sentía cada vez que lograba descubrir tu mirada por entre las sábanas; no te cubrían, eras vos el que se veía protagonista de ellas y cada vez que te miraba, ellas eran una mancha blanca dentro de un cuadro café.

-Al final, ¿decidiste tatuarte? – y te miré con la copa entre mis ojos y entendiste mi negativa – No soy muy adepto a ese tipo de arte corporal, pero… a vos te queda muy bien. – Sin maña ni vergüenza te dije:

-Desistí. Era algo que en ese momento me hubiera gustado hacer, pero a la larga me iba a arrepentir y no quería tener que pagar después para que algún médico me quemara la piel con láser. – y tus ojos se abrieron y marcaste una sonrisa compinche con tus labios. Decidí cambiar de tema, sino me iba a lanzar al abismo de mis deseos reprimidos, y no lo había planeado; preferí quedarme quieto y controlar mis emociones. - ¿Te gusta el vino? Lo compré hace un par de días, pero no pensé que lo íbamos a estar tomando vos y yo justamente. – lancé una carcajada cómplice, en respuesta a tu mueca afectuosa/siniestra que todavía no se borraba de tu rostro.

-Es rico, siempre me gustó esta variedad. Es más, debés saberlo muy bien; vos me pegaste esta afección perversa por los vinos. – a medida que ibas a hablando lograbas soltar de nuevo esa mueca siniestra mezclada con afecto que me vuelve loco. Yo, un duque; quieto en su lugar, enjaulado por las decisiones que tomé hace dos años.

- Sí, es rico. – y no dije nada más, no quería hablarte. ¿Por qué dije que no estaba ocupado esta noche? ¿Por qué acepté que te invitaras a mi casa? ¿Tan vil sos que decidiste justo hoy, a dos añós de habernos separado, llamarme? Estas preguntas tenían respuestas, sólo que no pude encontrarlas en su momento.

El silencio era necesario.

Pasamos casi 10 minutos tomando vino, prendiste un cigarrillo y me ofreciste uno y no lo acepté; me paré a buscar los míos que habías dejado arriba de la mesa. Me levanté, tuve que acercarme a la mesa, a vos. Que se lea la verdad: me seguías atrayendo, te sentía como un imán y yo, el pobre pedazo de hierro que no podía negarse; y costaba, mucho. Volví a mi asiento y prendí mi pucho.

El silencio era agotador, llegaba a ensordecerme. Hasta que abriste la boca y comprobaste lo que pensaba: no eras cruel, sencillamente eras un boludo que todavía no podía sacarme de su cabeza. [...]

domingo, 18 de julio de 2010


No es correr porque querés entender; estás caminando lentamente y disfrutás de cada charco de agua que te salpica y te moja los pies cuando te movés. Cada palabra transformada en idea que recorre tu cabeza te trae paz; eso no tiene valor.

No vas tildando quehaceres en tu lista de “interminables”; ya no hay estructuras que te limiten. Las pocas que quedaban persisten sólo por tu inocencia de querer seguir siendo lo que eras. El ogro de tu desdicha no existe, lo inventás; tu desdicha ya no es desdicha, tiene mala fama ya y eso lo desdibujaste hace tiempo.

Desdibujaste el interior de lo que eras en pos de un tratamiento sutil y extenuante de tus ideas principales y tu moral. Ahora quedás solo con vos mismo, te mirás al espejo y te gusta lo que ves. Lo lograste, revolucionaste tus interiores, cambiaste tus cimientos y los corriste, pero te llevaste las principales vigas de tu entender porque eso es lo que te mantiene con interés en seguir transmitiendo ideas en diálogos perfectos con tu “yo” interno.

domingo, 11 de julio de 2010

El amor: un ejercicio en decir mentiras

I

No podés explicar bien las cosas porque ni vos mismo las comprendés en su totalidad; idiotez pura y perfecta. No tenés excusas porque no querés, ni trabas a la hora de actuar por tus propios medios cuando querés algo que no esperabas.

La razón crece, se engloba en sí misma y ahora, nada. Todo queda tirado porque resignaste tu libertad sólo por un par de besos.

La idiotez de seguir creyendo en que vas a ser el primero en darte cuenta es una ilusión tan poco clara. “No te va a venir a buscar y vos no sos mejor que lo que esperás.”

II

Esperaste y nada sucedió. Ahora tenés sólo una premisa adentro tuyo y una duda que no crece ni madura, simplemente se queda trabada, dentro de tus propias limitaciones.

Te abren la puerta y entrás, sacudís el polvo de amores anteriores; secás tus penas con alcohol; así las cosas funcionaron. La felicidad es una locura, digna de una historia de razón.

Te abren la puerta y entrás, decidido a cambiar el color de las paredes de lo que sos y nada. Sencillamente no es complejo, es pura sutileza metida dentro de un frasco tibio, seco y lleno de sorpresas que no querés encontrarte en el camino.

III

Una carta no reemplaza a la voz desdeñada de vergüenza, porque tus indirectas no las recibe nadie, mucho menos el objeto de tus preguntas. Hoy sos un boludo, gracioso y divertido que la pasa bien. Y mañana vas a ser lo mismo.

Una ventana de vidrio líquido con emociones amarillas no sirve para decir “me gustás”. Es simple, pero difícil darse tiempo y lugar para abrir a los demás tu “yo interno”. ¿Lo más fácil? Quedarte callado, seguir la corriente y esperar el momento debido para decir esas dos putas palabras y quedarte tranquilo; la impunidad del silencio no es de todos, es tuya y de nadie más. El silencio no es tranquilo, y tu pecho ya tiene demasiadas cosas adentro como para seguir acumulando.

Seamos sinceros y liberemos de espacio a nuestros adentros; digamos “me gustas” y no jodamos más.

sábado, 10 de julio de 2010

Es la ridiculez hecha momento. No tenía sentido en su momento y tampoco lo tiene ahora; el no entener los impulsos es lo que genera diversión y seguridad. De nada sirve tener que repensar los momentos más de una vez; las desiciones se toman y uno debe mantenerlas.

No tiene espacio el recuerdo de nada. Sólo yo y lo que está, nada más.

Genero estupideces porque no me contengo y voy. Sigo viajando hacia ningún lado. En definitiva, tener los labios de la persona que no mirás no se compara con tener los que tanto mirás el día a día. Es una estupidez.

Seguí mis impulsos y quedé varado en nada, en todo y en muy poco. Perdí las oportunidades posibles porque las palabras no salían y el alcohol fluía. Seguía corriendo el veneno de la lujuria por lo que soy y nada me detenía.

Hoy pienso y repienso de nuevo. Cada vez más minutos pasan y yo acá. Teniendo lo que no pedí y disfruto, pero sin conseguir lo que quiero.

viernes, 9 de julio de 2010

I like you

I like you. (But I'm so short of mind and courage that I'm not even supossed to talk to you. Is this idea just a escape from reality? It is not.)
I like you. (I'm so shy when it comes to love.)
I like you. (And that's it. I guess I should tell myself to believe in me and get this words out of my mouth.)

sábado, 3 de julio de 2010

No hay ninguna canción para definir. No tengo imaginación a estas horas y el café ya se enfrió.

Lo único en que puedo pensar es en mí y en lo que dejo de hacer.

El miedo, ese caballero cobarde envuelto en ideas que no funcionan. Esa melancolía de entender y suspirar por un futuro que no va a ser a menos que empiece a jugar esta ronda particular. Ni preguntas ni respuestas, táctica de la más pura. Sin planes, sólo conmigo y con estas ganas.

No entender cómo funciona esto es lo que más curiosidad produce. Y mi cabeza no deja de enroscarse por esto. Es saber vender lo que quiero que compren, y eso. Simplemente comandar este ejército de demencia. Dejar que me enamore del amor y salir a batallar.

Ya no va más este chico simpático y generoso, no más. No al menos esto solo, hay que agregar, hay que sumar. Y desde ahora digo que no, que me cansé de tener esta postura errática y equivocada de seguir pensando que en el amor siempre el jugador más hábil es el que enlaza y el otro se queda expectante. A jugar este juego que quiero proponer.

¿Y si no gano? No tengo que tener desesperanza a estas alturas. No, la cobardía ya se quedó metida adentro de algún cajón, junto a mis ideas anteriores y a mis compromisos con la “no curiosidad”.

Que dar un beso no tenga tantas vueltas.

Que cada vez que las cosas aparezcan en mi pecho

tenga la audacia de poder concretarlas

y que las consecuancias sean sólo una idea.

Que sentir el humo del cigarrillo sea placentero,

no una obligación desenfrenada.

Que la libertad sea una bandera en la espalda

y no un sentimiento escondido.

Que tener valentía se demuestre en cada acción;

que los gritos no se callen.

Que cada mañana sea un SÍ y no un puto NO.

Que cada café tenga tu sonrisa

y que en cada cerveza haya un brindis.

Que cada café tenga tu sonrisa

y que cada mañana sea valentía

Y que un beso no se haga esperar…

viernes, 2 de julio de 2010

Y en la mañana













No, no fue la almohada no reconocida. No fue el color de pared distinto al que estoy acostumbrado ver en las mañanas. Tampoco tuvo que ver el hecho de que sentía todavía el otro lado de la cama caliente y no había nadie. Algo había…

El perfume, eso fue. El olor distinto. Me quedé prendido a las sábanas un rato. Me revolví en mí mismo y seguí soñando despierto. Y ahí estabas, mirándome desde la puerta con esa sonrisa por la que se hubieran tirado 300 tipos al mar; esa complicidad reinventada. Y ahora era mía y de nadie más.


miércoles, 30 de junio de 2010

TEORÍA DEL "HOLA, TE QUIERO CONOCER"

¿Vamos a pasear al jardín? – y yo miraba tus labios e imaginaba cosas.

Acto seguido dijiste que no podíamos ir a caminar sin mate; pusiste el agua a calentar y yo me senté en la mesada y prendí un cigarrillo. Hablamos de banalidades, de boludeces. Me contaste de tu ex y yo fumaba y seguía mirando tu boca. Te conté de mi vida y de mis decisiones y me pediste una seca. El agua se hacía esperar.

Si hay una buena razón para ser argentino es el mate. Es la espera del agua caliente. Siempre (y es ley), mientras el agua va alcanzando el punto de éxtasis matero, las palabras fluyen. Se empieza con una charla que se va a extender entre cebada y cebada. Empezamos a tirar disparadores, hacemos un resumen de lo que queremos hablar y damos paso a lo que no queremos decir. Hay una especie de simbiosis entre el mate y las miradas, es cierto.

El vapor salió, tomaste la yerba y toda la parafernalia típica y salimos por la puerta. Caminamos un rato mientras buscábamos algún lugar digno de escuchar nuestras peripecias y vicisitudes diarias. Un poco más de pasos y ahí estaba el árbol chico, que da poca sombra; sombra suficiente para albergar a dos mendocinos que no quieren sufrir bajo el sol y prefieren pasar frío bajo la figura negra que se dibuja en el piso.

- ¿Sabés que ayer leía un libro y me acordé de vos? – me diste un mate y empecé a tomar.

- ¿Por qué? Hablaba de algún tipo de trastorno de personalidad múltiple o de cómo hablar con alguien que está muy chapa para ser entendido por la psicología común.

- No, gil. – y terminé, te pasé el mate y me sonreíste – Hablaba de la gente y el sexo, de cómo nos relacionamos y de qué pensás cuando tenés en frente a alguien que te quiere.

- Ha, por lo visto era muy amplio el texto. ¿No será de tu autoría? – lancé una carcajada cómplice y sonreíste, mientras tomabas mate y te quemabas la lengua.

- No, no soy tan complicado. Soy sincero y simple. Si escribiera un libro de este tipo tendría un título tipo: “Te quiero dar masa: pasos simples para ir a los tomates”. – Nos reímos los dos, me diste otro mate y no lo tomé inmediatamente porque preferí seguir delirando y, mientras imaginaba frases ejemplificadoras, darte a entender que quería darte un beso y pasar más tiempo con vos.

- “Cómo partirle la mandarina en gajos a tu objeto de afecto”

- Pasos simples para meterte en los pantalones de quien querés”

- “Guía lógica de entendimiento humano: todo pasa por el sexo”

- “Informe teórico: dejémonos de tanto prefacio y pasemos a las cachetadas, compadre”

- “Apurate que mañana se te va: historia de hechos y desechos, el amor no afecta a nadie”

- Jaja – y tu sonrisa dulce, la misma de siempre – te salió el romántico de adentro, lo tenías guardado.

- “Lobo boludo date cuenta: con la oveja no vas a ningún lado”, yo creo que ese se aplica más a esto, ¿no? – un silencio vino y se quedó. Un silencio vino y no se iba a ir y yo estaba tirado contra un árbol pedorro y todavía pensaba que las inexistentes realidades de los mensajes subliminales seguían ejerciendo presión.

Seguimos un rato más. Hablando de otras cosas. Hablamos de lo que pensábamos de la política actual de los Kirchner. Debatimos un rato, porque yo no soy católico y creo que dios no existe y vos creés en eso. Después me hablaste de qué querías hacer con tu vida y de que te sentías un poco presionado por tu familia. Yo di todas mis razones y te motivé a irte a vivir solo y a hacerte cargo de vos mismo. Nos reimos mucho cuando recordamos que éramos dos pelotudos hablando de cosas sin sentido. Ahí fue cuando caímos en la cuenta de que eran las 7 pasadas y que vos tenías que irte.

Seguimos hablando, porque dijiste que preferías hablar conmigo. Seguimos riéndonos. Me dijiste que me ibas a prestar un libro y yo no quería. Acá fue donde la cosa se puso jodida porque tocamos de nuevo el tema conflictivo: el amor.

- A esto...

- ¿A esto? – no entendí qué querías decir y me quedé mudo por un segundo que se hizo eterno en mi cabeza; muchas imágenes pasaron y muchas ganas tuve de darte un beso y romper con la rutina y decirte que te quería y que quería tenerte cerca, que quería soñar con vos, compartir la misma almohada en una cama de una sola plaza y que lo único que me lo impedía era mi pelotuda convicción de no ser suficientemente hombre como para poner los huevos sobre la mesa (o sobre el pasto, ya que estamos hablando de un jardín) y decirte simplemente que me gustabas. – No entiendo.

- Nada, dejá. Igual nunca tenemos tiempo para hablar de estos temas, señor. Tarde o temprano tenía que pasar. Mañana te doy el libro.

- Esquívalo, dale. – y mis ojos me informaron que el agua se había acabado hace rato. El mate estaba frío y el termo estaba tirado por ahí. Muchos puchos habíamos fumado y estábamos más cerca que lo que nuestros cuerpos habían dictaminado en un principio. - ¿A qué te referís?

- Si te doy un beso, ¿te vas a ir caminando por donde viniste, me vas a cortar el mambo de primera vuelta o te vas a quedar para responderme con otro beso?

- No me negaste un mate, por más caliente que haya estado el agua me lo banqué como un caballero. Y un beso no se le niega a nadie, me dijeron. Considerando las circunstancias y viendo todo en un contexto más amplio, nunca me iría ni mucho menos te cortaría el mambo de primera. No le quiero dar la razón a mi patología amorosa cobarde de siempre esperar a que el otro de el primer paso, pero creo que voy a desenvolver tus intenciones a mi favor.

No cambiaste la cara de a poco; fue un súbito enrojecimiento de tus mejillas y una sonrisa, luego seguida de una risa escandalizadora. Ahora cuando miro con perspectiva me pregunto: ¿de qué sirven las indirectas cuando no son reconocidas como tales?

martes, 29 de junio de 2010

L - OVE

The birds and the bees
are so hard to please
They sing so sweet and sticky
Sucking the sugar
licking your lips again
Barely get you undressed
before you get in a mess

It's na-tur-al don't let it
swoon up again
running the race again

L-ove

Love is here to stay
Don't you go and turn it away
Love can be your friend
We all need love in the end

Your hearts pumping dreams like gasoline
And you're ready to roll so do it
Look it in the eye
Don't creep up behind
Makes you feel so nice just give it a try
Just get the motor running
Started with a kiss
Then the fingertips


Yeah, you make me wanna listen to music again.

miércoles, 23 de junio de 2010

LOBO, de nuevo

Tan distante y tan calmo. Y la sonrisa que sigue siendo guía de alegría.

No tiene sentido, no. No me puedo ver sumergido en tal drama; tal ridícula expresión de sólo tener que necesitar.

Me niego a decir que sí porque no das señal de que querés. Y la confianza no sigue creciendo, se estancó. Se quedó atrapada en una transacción de pensamientos virtuales del amor y la vida misma; y nada ahora.

Y yo me rio y sigo intentando crear el espacio. Tomar la cámara perfecta del engaño del amor y la foto no sale. La foto no sale, compadre; se vela y el viento la calma cuando tenés la premisa de que vamos a salir volando y corriendo en busca de algún licor del día de hoy.

Es la ridiculez de vivir soñando, sintiendo que tengo algo cuando no es cierto porque ni siquiera ma atrevo a mirar el panorama y dar batalla.

Vamos que conquistamos. De nuevo, el lobo cobarde que no se anima ni a un “hola, te quiero conocer”. Lobo zopenco.

lunes, 21 de junio de 2010

EL AMOR Y SUS VERDADES

Me enamoré de la idea. Ese fue mi error, y no me arrepiento. Reflexiono, justifico y sostengo. Mi error es lo que tengo para defender lo que hoy escribo. Ya es un error que no es error.

El amor y lo que siente el amor.
El amor y lo que siente el enamorado.
El amor y lo que siente el enamorado.
El amor y lo que es el enamoramiento.

Mi tesis y mi fantasía.

¿Nos enamoramos del amor? Cupido juega a las cartas con Afrodita o alguna de sus putas y yo acá, caminando mientras miro tus manos al vaivén de tu caminar. ¿Y Cupido? Su preocupación más grande es si tiene un 7 de espadas para poder cantar “retruco”. No, nos jode. Se rie y se mofa de sus súbditos. Pobres ilusos dispuestos a ser blancos de las flechas que este tipo con alas y pañal no lanza.

¿El amor? Jugamos juntos a la balanza; ver quién cae primero por el peso de su idiotez. Porque caer en el amor eso es: perder la razón, cantar a nadie y sentirse pleno. A nada ni nadie le importa cuántas luces ves en cada mañana de sábanas dispersas y besos encontrados. A nadie ya le preocupa si tomás el café con dos o más cucharadas de azúcar. Es simple, la cordura ya la perdiste. El amor te detuvo, te agarró y te lavó el cerebro; de paso dejó mariposas bailando alguna danza lujuriosa en tu vientre. El amor te atrapó; Cupido sigue sin poder sacarle puntos en el envido a su golfa preferida.

Enamoramiento: razón de ser de dos idiotas que empiezan a ser más idiotas cuando se miran derecho a los ojos. Sigamos jugando, sigamos en esto. Me rio y pienso: ¿qué necesidad de perderse en este remolino de idiotez indiferenciada? Y la palabra idiota se repite, sutil.

No estoy de acuerdo con nada; por certeza tomo lo que no es porque en mi experiencia he visto que vos y yo somos eso. Y todos nos reimos y hacemos apuestas y debatimos: “¿quién caerá primero?” Y ahí se hace luz lo que antes era húmedo de oscuridad y lo que estaba apagado se enciende. Sigamos jugando, apostemos y yo hoy digo que “Cupido puede seguir jugando pero yo pongo todas mis fichas a la puta nº4”.

Al final del día, el amor es juego. El amor se prende, se paga y sigue en marcha. Nada lo detiene y no tiene que perder un turno para seguir en la lucha por el final. Si todos tuviéramos certeza de que vamos a perder, nadie jugaría y quedaríamos todos tirados, sin fichas y con muchas ganas de patear a Cupido. Sigamos jugando, sigamos apostando. Mañana voy y me saco la lotería, total. Mañana saco la lotería y no voy a darle un peso a ningún señor alado con flechas en su espalda.

viernes, 18 de junio de 2010

En pleno proceso

Un beso enterrado en la caricia que no me das, que quiero y no consigo. Mi suerte está echada; a jugar muy bien las cartas. Mostrarte mi destreza en el juego que tengo en frente. Dale, que sigo yo y en esta mano te gano.

Un amor de siesta que ni el mismo Casona podría haber descrito mejor. Un sentimiento confuso, simpático y lujurioso que no quiere salir de mis venas, se queda en mis muñecas y espera que sientas el sabor del perfume que llevo impregnado.

Soy lo que siempre quise y es felicidad envuelta en terciopelo. Sos lo que siempre quise y aún así todavía la distancia se acorta mientras la amistad surge cuando no existe en mí. Te vi, me gustaste, no te enamoré y tengo sueños en los que soy todo tuyo. Así es esto de la cosa nueva, del amor encarcelado con porcelana china, así es.

Cantame las mañanas y despertame con un café cargado, brindemos con el estimulante preferido del que trabaja; brindemos por una noche de libertad de las más condicionada. Brindemos juntos, mientras te tengo al lado y alguna que otra mentira blanca se escape de tus dientes mientras te bese y me ría. Sí, me ría.

Cantemos los dos cuando no estemos juntos y que el agua de la lluvia lave nuestros labios con su efímera humedad, llevemos este cuento más lejos y que se convierta en descenso de perturbados que dicen que amar es de locos, de pervertidos y de degenerados. Brindemos con ellos, destapemos una fábrica de licores y prendamos fuego las calles: hoy los amantes están de fiesta, y el pueblo entero tiene que festejar con ellos. Con cada beso se hacen más fuertes y ya se sienten dueños del mundo.


miércoles, 16 de junio de 2010

JUMP


I haven't got much time to waste
It's time to make my way
I'm not afraid of what I'll face
But I'm afraid to stay
I'm going down my road and I can make it alone
I'll work and I'll fight till I find a place of my own

There's only so much you can learn in one place
The more that you wait The more time that you waste

I'll work and I'll fight till I find a place of my own

It sways and it swings and it bends until you make it your own

martes, 15 de junio de 2010

CHARLAS Y CONFESIÓN[3]

Confusión, deseo, desesperanza. No, no quiero sonar en default con mis propias ansias y aspiraciones pero es la realidad. Mi minuto, hoy.

El tiempo que no es cuando pasa al lado mío y me grita al oído que las cosas no están bien. No hay dolor, hay angustia y no hay felicidad, existe una sonrisa y un monólogo rutilante perfecto para enamorar a las masas. ¿Y qué conmigo? Nada, absolutamente nada porque sigo siendo el mismo. El chico perfecto que está siempre, atiende todos los llamados, saca fuerzas de donde no tiene y presta el hombro para el llanto de cualquiera.

Tal vez ese sea el problema: genero confianza, genero fortaleza en los demás. Es como… ni eso sale, ni una descripción disponible de lo que tengo ahora adentro. Soy el espejo que dice lo que sos, lo que querés y lo que necesitás; te ayudo, te entiendo, te agradezco, te surto de ideas para un debate entre tus sentimientos lógicos y una lobotomía frontal. Soy el perfecto pelotudo que calza en los zapatos del amigo, del que siempre está.

Hasta en mis peores momentos de debilidad me olvido de la herida que sangra, se infecta y se esparce como cáncer por mi piel y mis sentidos. Todo por el otro, por el que ahora necesita de mí. Y guardo los frascos, guardo las gazas, la jeringa y las pastillas. Me envuelvo en papel celofán, me pongo mi mejor camisa, seco las lágrimas de la angustia bondadosa y salgo perfecto. Discreto, la ilusión de entendimiento para los demás. Soy la víbora que nunca ofreció las manzanas y aún así se quedó sin piernas, todo en pos de la expulsión del hombre del Edén. Ofidio imbécil.

¿Qué sos? ¿El bufón enviado para aplacar toda la infidelidad del mundo hacia la bondad? ¿Sos, acaso el murmullo de lo que nadie quiere entender? Simplemente no. No sabés si sos puro o masoquista; no tuviste y no tendrás nunca bien delimitado el contorno de una cosa y la otra. De nuevo: ofidio imbécil, bufón y sin sentido del humor. Te perdés en el humo de la convicción idiota, te gusta lo que sos y querés seguir en lo mismo. Te nutrís de lo que te mata y de a poco, de a poco poquito te vas a ir consumiendo en el humo de tu propia naturaleza.

Y todo para qué, para hacer uso de mi disfraz y que me leas, me digás que no tengo razón y salga de nuevo este caballero de armazón de aluminio; no se irrita, no grita, no se oxida y dura para toda la eternidad.

¿Y qué hay ahora? Me voy a la nada, solo, conmigo mismo, me fumaré un par de puchos, tomaré un poco de vino y dejaré que las estrellas y las nubes que amanazan con llover me len la mente y me respondan la duda existencial que se percata de mi idiotez.

lunes, 14 de junio de 2010

CHARLAS Y CONFESIÓN [2]



- El tema es así: vos vas – mientras miraba el cuello de aquel que hablaba, no me preguntés qué tenía – derecho y lo vas a encontrar.


- ¿Estás seguro? Mirá que me pierdo, no me sé guiar muy bien en estos temas. A lo mejor me tenés que volver a explicar y bueno… - me quedé helado.


- ¿Qué? – mientras me usurpaba la mirada penetrando lentamente mis sentidos con su perfume - ¿Qué te pasa? No me vas a decir nada, ¿no? Siempre igual


- ¿Siempre igual? Siempre igual. Ya entendía cómo funcionaba la cosa – El tema es que tenés que entenderme, no me guío y punto. – sus ojos me miraban, lo juro.


- ¿Tanto te aprecias? – y movía la cabeza, movía la cabeza - ¿Tan seguro estás de que sabés cómo llegar siempre y cuando tengas compañía? – y movía la cabeza, la movía – Vos sos un boludo.


- Sí, ya sé. Siempre pensé lo mismo, pero es así la cuestión.


- Cero actitud, hermano. Así no llegás muy lejos.


- Claro, si yo quiero llegar lejos; me quiero quedar con vos. – No, ya sé que no. ¿Nunca pensaste que a lo mejor no me quiero mover? – y movía la cabeza y se acercaba.


- Se acercó, no midió respuesta mínima en mis actitudes y se acercó; se liberó, me liberó. – Podés dejar de mirar mi cuello.


-
Ya sé que puedo, no quiero. Ese es el tema.


-
¿Entonces?


- Ahí está el tema, ¿entonces? ¿Me acompañás o no? – se acercó más, rozando la libertad explicada anteriormente en ningún lado. Se acercó, se acercó y listo. Volvió a su lugar. – Vas a tener que ir solo.


- - el silencio es muy fuerte a veces, es empírica mi afirmación.


- A menos que… - cambió la mirada, mostró una sonrisa cuasi perfecta y me dejó atónito.


- ¿A menos que...? – no entendía nada, limitó completamente mis ilusiones y me quedé en stand by. Lo juro.


- Vos seguime.- y su sonrisa perfecta.

domingo, 13 de junio de 2010

CHARLAS Y CONFESIÓN [1]

No sé, tal vez sí. Tal vez no, tal vez puede ser. Un sueño roto sin expectativas de ser reconstruido, un mal pasar del momento que viví y ahora quiero enmendar con nicotina y alcohol; no, no quiero, no preciso y lo anhelo. Ahora se vuelve jodido, se complica, se enreda en sí mismo y el pensamiento ya no es mío.

No es la voz, ni el roce de las manos que no entienden el porqué de esto que nace en mi cabeza y se transmite sin mensaje por todos mis nervios, no. La esencia de esto no tiene pureza, ni sentido, ni determinación, ni lucidez; ni siquiera se da vuelta y me mira a la cara.

El sueño ya no es descanso porque pienso. Soñar es pensar y no es con los ojos abiertos. Pensar es sentir y no tenés pulso y aún así seguís vivo. ¿Entonces? ¿Qué hago?

Un lobo sigiloso en la mirada y temible con sus asperezas. Un lobo ridículo, un lobo que no caza pero que no es vegetariano, come carne.


Insípido sabor de nada, la nada misma en su más extensa situación de regocijo. ¿Ahora qué sigue? Nada. Un lobo ridículo, que nunca cazó y no quiere cazar y que espera ¿qué? Una oveja que no es presa fácil y aún así se sigue disfrazando de su predador, eso es lo que es este lobo ridículo. “Oveja ridícula, no te enamorés, no servís.” Sos presa de nada y cazador de nada. Sos todo lo que otra oveja necesitaría y aún así no la encontrás. Seguirás siendo lobo de corral, agazapado en tu miseria, volcando con alegría tu perdón y sonriendo aunque tu pelaje sea esquilado.


domingo, 25 de abril de 2010

As I look at you

"Flying bullets hit the targets"; there they go, they're all singing the same song again, again and again. What am I doing? Thinking of you, listening to that hardcore beat that the only thing it does is destroying my mind, again, again and again.

"Just one more beer, then we'll go." I guess you should say "one more shot of tequila, THEN we'll go". The music doesn't recognize me, I'm not showing my pain and I'm shy. What the hell am I thinking? "Just do the hanky panky, dear." "Do not call me dear", and the world stops, as I'm walking around the corner of the club.

"Calling your name, I hear all the airholes" I love running blind with you, across every single minute that we pass by. Don't call me dear. "Cannot believe I'm falling for this guy (again, again and again)"

sábado, 17 de abril de 2010

WASTE MANAGEMENT

Feeling ugly, looking pretty. Yellow ribbons, black grafitti. Word is written, bond is broken, no big secret left unspoken. Sun is painted in the corner but it's never getting warmer; all the lies they keep on selling but you never check the spelling.

Flying bullets hit the targets. Wings and halos, 5 to 7. In this white robe through the darkness, paragliding back to heaven.

Guess it's time for people to know me a little better, don't you think? Maybe time will pass and they'll understand, this is never gonna change. This is me, who I am and I don't stand the chance; so I will.

Headlights are glowing dim
Silly words looking for a meaning
Thinking of who will win
Fire is stopped and nobody's winning

Sunset is burning out
Getting no sleep 'till the happy hour
What if we lived without
Something we always knew was ours

Sparks are flying in my head fading softly playing dead. Sparks are flying in my head

Let me entertain you, let me know whats in and what's not. I'm not, you're not. We're the same, just equals, trying to erase our memories in this racy building, across every single sin we've been doing. Just try, try a little bit harder. The same is the diference between us.

The time is wasted on intuition. We are the flyers into the frenzy, we're spilling bids on stupid things; with no delay we get away.

Little people break like China

Now we're talking. You look prettier with your big mouth shut.



jueves, 15 de abril de 2010

FUCKIN' HANGOVER. LOVE, DON'T MESS AROUND WITH ME [4]

“Y bueno, ¿qué le voy a hacer? ¿Voy a pelear contra lo que pasa y dejar todo como un lindo recuerdo? No, no soy así. Hoy no tengo por qué hacerlo, no tengo una razón. ¿Mi poca lucidez en temas del corazón? No soy una escritora de amores juveniles de ninguna revista femenina, ni siquiera soy un William Shakespeare barato y un poco ojeroso salido de algún experimento mezclando alcohol y tabaco; no soy lo que quisiera y me conviene.”

Dejé que me besaras. Eso creo que fue suficiente. No esperar al amor a veces es la mejor forma de llamarlo. “¡Vamos! ¡Vamos! ¡Tiremos confites y arroz, compremos champagne y descorchémoslo! ¡Brindemos en el aire con copas acartonadas porque hoy el señor descubrió que sí puede permitirse verse en el acantilado más prejuicioso!“ Y ahí vamos de nuevo, la ironía se mezcla con la obviedad de mis pensamientos.

No pienso relatar qué le siguió a ese momento de helado y cocina. No es que no quiera, mi intención es revelarme lo que no recuerdo y ese momento es una de esas cosas. No sé si es que no quiero saber que todavía lo guardo muy adentro de mi anatomía o si no tengo ni el más mínimo recuerdo de esa experiencia porque mi memoria selectiva se encargó de borrarlo y nunca me informó. Prefiero obviarlo, comentar brevemente que fui feliz, que te tuve de nuevo entre mis brazos y que fue parte de un siniestro record de fugases momentos que atesoro en mi memoria. (Entiendo, pero… ¿ironía o paranoia con un toque de cinismo abruptamente patológico?)

Me subí al auto y lo primero que hice fue encender el estéreo y poner algún cd que tenía a mano. Tenía que escuchar música, acordarme de vos mientras me saludabas desde la puerta. Estuve todo el camino pensativo, sin tener siquiera algún típico razonamiento pelotudo de esos que aparecen después de una noche de juerga. Pensativo, en un sentido poético, mi expresión era enfermiza, pero entendible; me estaba enamorando.

En el camino mi celular no sonó. ¿Por qué estuve pendiente? Esperaba un mensaje tuyo.

“¿Esta noche puedo raptarte un ratito?” “Tipo 9 estoy dispuesto para que me lleven.” 9.15 pm estabas tocando el timbre de mi departamento. Yo no tenía muchas intenciones. ¿Qué podía esperar? Algo de comida rápida, algún que otro porrón y sexo tipo “nos encontramos y algún día te llamo”. ¿Qué encontré? Delivery de picada, una botella de vino tinto malbec y un poco de ilusión. No quiero sonar como si hubiera sido víctima de una lobotomía frontal. Voy a contar las cosas como quiero que suenen; aunque esto me traiga tus ojos de nuevo a mi mente, te vea de nuevo tocando mis manos y te sienta besando mi cuello.

Tocaste el timbre, te abrí, subiste, golpeaste la puerta, te abrí, entraste. Rápido, no te hiciste esperar. Hablamos de pelotudeces mientras sacaba dos cervezas de mi heladera, nos sentamos en el sillón y me reí. Me reí mucho, disfruté cada sonrisa tuya. Llamaste al delivery, no te querías ir de mi lugar y tampoco preguntaste si te podías quedar. Tocaron el timbre, bajamos, recibimos, pagamos, subimos, abrimos y comimos. Simple, sin problemas, no me detengo en contar ni el sonido de mis dientes ni la charla ridícula pero entendible y con mucho sentido que tuvimos mientras, sobre el sillón, comíamos queso, aceitunas y tomábamos vino.

Sin música, sin fondo de telenovela. No tenía sentido.

viernes, 9 de abril de 2010

FUCKIN' HANGOVER. LOVE, DON'T MESS AROUND WITH ME. [3]

[…] Me besaste y no me resistí. ¿Cómo hacerlo? Eras todo lo que quería, todo lo que necesitaba y todo lo que pedía. Y más, siempre fuiste más; tenías siempre debajo de lo que pretendías mostrar un vos distinto, un vos que quiere, algo que siente a pesar de la piedra que tenés por rostro.

Mi mano en la mesa, apoyándose para no caer. Te levantaste, dejaste de morder mis labios y te detuviste. ¿Por qué? La respuesta estaba parada en la puerta de la cocina. Entendí, seguí la corriente y nos hicimos los boludos; nadie tenía que saber, por vos, por mí, por todos. ¿Por mí?

Inventamos alguna excusa ridícula: “Pasame el vino así lo guardo”, “¿Querés que guarde las cosas?”, “¿Estás bien? Pensé que te habías ido”, “¿Te podés ir así seguimos la nuestra?”. Yeah, right. Me paré, pregunté y dijo que se había olvidado el estéreo del auto, que se había dado cuenta cuando ya llevaba varios kilómetros hechos y que había vuelto. (Podría haber llegado a su casa y buscarlo otro día, no, no, quiso volver.) Lo buscamos los tres, me miraba de forma extraña, sabía lo que estaba pasando pero hizo voto de silencio y cerró su boca. Lo encontramos, pregunto si me iba solo después, que si estaba seguro por lo que era un viaje un viaje largo y dije que sí. “Nos vemos, hablamos mañana.”

Apenas cerramos la puerta me tiraste al sillón, y la música seguía sonando. ¿Por qué cada momento – y me refiero a “cada momento” – de mi vida está marcado, en recuerdo, por alguna canción? Siempre diferentes, nunca se repiten, así el protagonista alumbrado con mi presencia sea el mismo, la música marca otra historia, otra realidad diferente a la anterior. Me gusta, y lo he aceptado con el paso del tiempo: la música ha llegado a marcar mi vida; escucho desde folklore hasta la más indebida y retorcida melodía no aparentada de algún beat electrónico. No viene al caso contar lo mío sino es con vos, así que callo.

En el sillón pasó lo mismo que mi mente planeaba. Lo negaste al tiempo alegando locura momentánea, “homicidio en estado de moción violenta”, mataste tu cordura y me dejaste llevar la movida nocturna, te liberaste y te vi; esa noche cambió muchas cosas, me tuviste, te tuve y te deje hacer, sin pensar en que al día siguiente ibas a ser todo lo que quería y más. “Siempre fuiste más de lo que necesitaba”, tres veces al mes escuchaba eso; caja de resonancia inexistente que me hacía sentir tus palabras en mis labios. Hoy no entiendo, lo juro.

Veo que la ventana no está oscura, la luz me ciega mientras tengo tu mano oprimiendo mi pecho. N quiero malentendidos, opresión benigna, elección de noche de alcohol; mañana de suspiros, labios húmedos y café, mucho, mucho café.

Si sentía tu respiración en mi cuello y no me movía era porque así lo quería mi “yo” poco presentable y dubitativo, host de la mañana post placer, sentimiento que no quiero repetir con vos hoy. Si seguía suspirando cada vez que te movías era porque antes sentía tus suspiros; nunca fuiste tan fuerte como quisieras ser.

“Hay helado de limón, frutilla y chocolate.” Perfecto. Después de varias horas de éxtasis y empedernida lujuria no hay nada mejor que helado a las 10am.

Estaba desnudo y vos también. Barely naked. No mostré lo que sentía, no fue completo. Callé mis sentimientos y dejé hacer, permití que mi lujuria y la libidinosa decisión tomaran control completo de mi respiración de mis idas y venidas, de mis locuras en pleno grito de libertad. Encontré con mi vista mi ropa interior en la sala, detrás del mueble de las copas, me incorporé, lo tomé, me lo puse. Te besé y caminé hasta el freezer. Escuché tus pasos descalzos, miré a la puerta y te vi. Ni un ápice de dignidad tenías, la cabeza revuelta, los ojos cansados, un cigarrillo consumiendo tu boca y tu mano izquierda enquilombando más tu pelo; escena perfecta de alguna porno barata. Mi cuerpo se entibió cuando me di vuelta para buscar algún utensilio y sentí tus manos en mi pecho de nuevo, tu suspiro en mi cuello y un beso en mi mejilla. Me senté en la mesada, te ofrecí una cuchara y me respondiste con un golpe directo a lo que antes tenía autonomía, tus labios nunca fueron más cálidos que esa mañana. Parados los dos, helado va, helado viene, nicotina que compartimos y un beso que se encuentra en esa escena sin entender qué hacer.

La música seguía sonando, y esta vez escuchar “Babe, pick a night to come out and play” nunca tuvo más sentido.

- ¿Será muy repentino que esta noche te llegue un mensaje invitándote a salir? – fue un momento extraño, mi idiotez no tenía límites, mientras movías tus labios sacando palabras yo te miraba; esa noche te entregué lo que juré nunca dar: eso que late y te da sangre y cuando lo rompen te la quita, aunque sientas tu pulso – Tampoco es que sea tan necesario preguntarte. – “No, en lo absoluto. No me preguntaste si te dejaba entrar y ya estás acá”, pensé.

- No creo, a lo mejor el tuyo suena antes y estoy en la puerta tocando bocina.

- No soy una puta de las que salen al tercer bocinazo; mínimo espero que toqués el timbre, pasés, me saludés, te haga esperar un rato y salgamos por la puerta después de haberte dado un beso.

- ¿Tanto protocolo tenés? – Tocaste mi espalda y te acercaste mientras terminaba mi frase, acercando tu boca a mi oído derecho.

- Me tengo que cuidar. - Nunca un susurro sonó tan real, tan mentiroso y tan repleto de agonía de mi razón.

“I'm sure you've heard it all before, but you never really had a doubt”, nuevamente mi teoría, demostrando lo que pienso. No importa si las canciones se tocaban de manera aleatoria. Hace cuatro minutos una canción de pop chicloso me tuvo en su manos mientras te admiraba y ahora, una bossa hecha cover del inglés me da la misma razón para alejarme, mirar con perspectiva de víctima culpable y entender que ya no tengo razones para pelear. El amor está tocando la puerta, pero ya estaba adentro cuando fui a preguntar por el portero quién era. […]