domingo, 20 de diciembre de 2015

Si fallo, que no me equivoque.


¿Cuántas coincidencias tienen que haber para configurar una casualidad? Eso, ¿es realmente la pregunta? No tengo idea. Sólo sé que no puedo sacarte de mi mente. Y la canción que suena en este momento me retrotrae a lo que vivimos, una y otra vez.

Una referencia obvia a tus lentes podría terminar en una sucesión de detalles que me cansarían –sí, incluso a mí -, porque estoy desentendido de los detalles y la pulcritud. Ya no quiero cosas que me alienten la boca de forma directa con bocanadas de humo y rojo brillantina. Ya quiero que todo esto se termine. Todavía sigo recibiendo respiración boca a boca a veces.

Muchas veces pienso que poner en random una lista de reproducción puede ser fatal. Canciones que me traen dolorosos recuerdos, pero memorias limpias y certeras. Canciones que me incluyen en alguna fiesta a la que no me invitaron, recuerdo de mis noches pasadas, evitando el contacto emocional. Qué cosa, eso de no querer contacto emocional; con la piel, no hay problema, pero el tema radica en el pensamiento racional-emocional. Quiero que se determine, de una vez por todas, la diferencia entre estar enamorado de alguien y amar a alguien.

¿Qué es peor? Nos podemos enamorar de formas tan distintas. ¿Qué cosa me altera más? Me puedo enamorar las veces que quiera. ¿Cuántos cuerpos habrá en el medio? Quiero recordar cada frase tuya y retenerlas en mis oídos, para oírlas las veces que quiera y cómo quiera. ¿Quién recuerda lo peor del pasado? Y tu fantasma me vas a perseguir por siempre. ¿La mentira a la que fui sometido? Te quiero ahora, acá, ya mismo.

Son dos personas distintas.

Necesito encontrarle la vuelta a la cuestión. El hilo se está tocando muy cerca del nudo y me asusta un poco. ¿Qué pasa si vuelvo a la intensidad del pasado? Creo que la respuestas está en entenderme y solucionar mis convicciones dolorosas. La angustia tiene que ser derivada y descubrir el problema de mi primer mundo.

Si vos te fueras para siempre, ¿ye te extrañaría? Siempre.

Si él se fuera para siempre, ¿lo extrañaría? Nunca como a vos.   

jueves, 17 de diciembre de 2015

Falta.

La noche siempre brillaba cuando estaba con vos. ¡Todo era maravilloso! Cuando íbamos a bailar, vos y yo estábamos solos en el medio de la nada. Vos, tan perfecto y admirable. Te veía como un niño ve a un héroe. ¿Por qué te admiraba tanto? ¿Por qué necesitaba tener tu cuerpo cerca? ¿Por qué cuando lloraba vos me abrazabas? ¿Por qué tantas preguntas? Dios…

La noche era amigable con vos, porque siempre tenías algo nuevo que mostrarme. Cada mañana era una hora de risas entre sábanas y vos, acariciándome con tus manos perfectamente recortadas. Tu cara debajo de las telas, riendo, dándome un beso, queriendo ser parte mía. A veces, cuando recuerdo, sonrío un poco con esos momentos. Ahora todo es blanco.
             
Mis manos ya no conocían otras manos. Sólo tu rostro era lo que veía en el espejo. Porque me estaba convirtiendo en vos. Con tus maldades y tus bondades, con cada partícula de tu ser. Ahora éramos uno y me estabas  infectando. No quiero llorar más por esa noche, la última. La noche en que me invitaste a dormir y yo elegí decir que no. La angustia me mata.


 Mis manos ahora duelen. Mi cabeza ahora no tiene paz. Mis labios se muerden a ellos mismos por la falta de tu carne. Mi angustia es grande, pero alegre porque tengo los recuerdos más lindos del mundo. Intenté demonizarte, no pude. Intenté definirte, no pude. Creí haberte entendido y fallé. Sos parte de mi vida y no hace falta ponerte nombre. 

martes, 1 de diciembre de 2015

2008

Aún, al día de hoy, tus recuerdos siguen llegando. Uno entendería que después de muchos álbumes de música pop y un tatuaje, tu presencia ya no sería la misma. Casi todas tus mentiras se convirtieron en sombra, presente siempre en todas las escenas de mi filmografía. Así soy: un empedernido cineasta frustado; cada imagen con su acción, cada sonido con su susurro, cada movimiento con deseo. Creí que ibas a ser uno más, uno del montón, otro pibe con el que estuve. No puedo hacerme cargo de mi historia de camas.Cada sonrisa tuvo un momento especial y así las quiero recordar. Ni siquiera puedo pensar en vos, porque pienso en mí y porque ella ahora canta otro tipo de canciones. Pensar que compartimos esa lluvia allá, hace algunos años. Me sigue doliendo la piel porque ese tatuaje todavía tiene tu perfume. Necesitaba levantarme cada mañana al sonido de tu cafetera envejecida y de tus galletas con anís; todo un cuento de hadas. Cada medio día sin vos era doloroso porque necesitaba tenerte cerca. ¡Mierda si te necesitaba! Los suspiros de tu aliento siguen en mis oídos como el agua de ese lago todavía me moja los pies. Cada beso fue sincero, quiero creer. Tus manos siempre e hacían de comer, y eso me gustaba. Ella canta cosas diferentes ahora y lamento no haber vivido este amor-desamor-amor-odio-olvido-odio-amor-olvido-recuerdo en el 2008. Su música me hubiera hecho bien. ¡Qué increíble! 'La fecha de lanzamiento del mejor álbum de música pop coincide con tu cumpleaños! Todo es una cagada.

jueves, 29 de octubre de 2015

Far away

I’m not at your high
I was never enough for you
Even if I got you the sun
You’d still be in the dark

I know I’m shy
Never wanted to be rude
When I stare at the dawn
I still want you to act

Every sky
Was for you to realize
That I love you so much
You are all black

Need you to cry
Need you to be true
Need you to be kind

Need you to be back

Tal vez la soledad me abrace.

                Tal vez ha sido un año muy complicado. A lo mejor no sé entender mis emociones todavía. Creo que es necesario hacer un recuento de lo que he logrado. Estaba pensando en anotar “levantarme temprano”, pero el sueño se está haciendo cada vez más presente. No quiero pensar en que estamos volviendo a la misma rutina de hace un año. 12 meses de crecimiento, pero idas y vueltas en el medio.
                Ahora en casa tenemos un perro, lo adoptamos hace tres meses. Es cachorra y a veces no entiende que no tiene que hacer ciertas cosas. Eso me hace reflexionar. Entender cómo es que volvemos a hacer una y otra vez las mismas cosas, sabiendo que indefectiblemente vamos a tener el mismo resultado.
                “¡Probá con cosas nuevas!”, me dicen algunos amigos. Ellos no entienden que la pereza emocional es producto del cambio. Hasta estar quieto es un cambio. ¿Hasta cuándo vamos a soportar los agravios de la sensatez? Basta. ¡Basta! No podemos seguir con esta dinámica. No quiero revivir las mismas sombras, mucho menos escribir de nuevo lo mismo.
                Hacemos recuentos, votos confesionales y de castidad, para entender en qué nos equivocamos. Volver al primer amor, embeberse de sabiduría prestada, y caminar en la sombra por miedo a las quemaduras solares. “Mañana me levantó temprano”, pienso, para siempre terminar dando vueltas en la cama a las 12:45 del mediodía.

                Tal vez mi cuerpo se esté guardando para los días de insomnio que van a venir. “Porque sos un manija, por eso te pasa”, me dicen mis neuronas. ¡Cuánta razón que tienen! Tendría que escribir una lista de esas cosas y llevarlas a la próxima sesión con mi psicóloga. Tal vez ella me ayude, porque es compañera y sabe qué sentir.  

lunes, 26 de octubre de 2015

¡Maldita terapia!

¿En qué momento nuestra relación se había convertido en eso? ¿Cómo es que no nos habíamos dado cuenta de que nuestras pasiones nos destruirían? Todo pasaba de una forma muy rápida. En poco tiempo ya habíamos compartido muchas camas y mi corazón se aceleraba de manera estrepitosa cuando lo sentía cerca. Él había marcado mi vida con hierro hirviendo, dejando una mancha de sangre en sus pantalones el limpiar el pedazo de metal. La sangre quemada de tanto arder y esa sensación de lleno que sentía cuando él me tocaba. Todavía recuerdo sus dedos en mis mejillas. O sus historias. ¡Sus historias! Cada descanso era una espectacular muestra de ingenio. Nunca sobraban las palabras, porque él siempre supo ser útil. Sus labios se movían, contando chistes y anécdotas, y yo me perdía en ese movimiento lujurioso. Siempre encontré pasión y lujuria en lugares poco comunes. Muchas veces fantaseé con un par de amarras, que me mantuvieran quieta cuando sintiera su cuerpo sobre el mío. Esos mismos labios sobre mi espalda mientras yo rogaba por su pleitesía. Toda una catarata de emociones en un solo contenido erótico y una dulzura de sinfonía con cada labio que se movía. ¡Sus movimientos! Siempre recuerdo sus caderas moverse al ritmo de la música electrónica en alguna de las tantas jornadas nocturnas que compartimos. Sus manos engrasadas con los beats de los distintos DJs que me llevaban a lugares insospechados y peligrosos. Siempre era así con él. Sus susurros en cada canción, en la que, probablemente, me estuvieran dedicando la letra de cada temas. Era raro porque la música electrónica no tiene muchas letras, pero ¡tiene sentimiento! Sentimientos que surgían de mis adentros para poder encontrarse con él, siempre tan limpio y tan fino. ¡Cómo cuidaba su pelo! Se volvía loco si algún pelito estaba fuera de lugar. Él era así de vanidoso. Y esa misma vanidad era la que me había enamorado en un principio porque él era organizado y yo era un desastre. Él me daba cuidados especiales, con sus manos tan suaves. Nunca supe si era una princesa escondida en el cuerpo de un varón adulto o si era una bruja malvada, mezcla de lobo y serpiente, preparada a devorarme en cualquier momento. Así era él: un mitín de sentidos y sentimientos contrapuestos en mi cabeza. Y en mi corazón. Nunca supe si era la sombra o si era la luz. ¡Maldita terapia!

sábado, 17 de octubre de 2015

Estaré contigo.

¿Cómo superarán, los artistas, sus relaciones amorosas? Cuando uno escucha la letra de alguna canción de ruptura, de esas que hablan de dolor, pero alegres porque todo acabó, de angustia exuberante, y de dolor agónico. ¿Cómo habrá superado Britney su Everytime? ¿Qué habrá hecho...

¡Me retracto! No estoy escuchando baladas post-ruptura. Mis oídos se llenan de letras que me recuerdan los gloriosos días de mi juventud -sigo siendo un niño, pero mi rostro refleja más años -. Esos días que estaban rodeados de calor, de fuego de montaña, de dulces canciones. Ahora el tinte del color que refulge puede ser parecido.

Reflejamos ese mismo aroma a sustancia simple, a camino pecaminoso, a niñez incongruenta. Tantos dolores y tantas alegrías como las que he sentido hace poco.

Una muerte se asomaba y tenía sus horribles y finas manos encima de mí. Veía con un susto impactante cada una de las nociones de mi conciencia.Mi razonamiento había sido correcto: después de las lágrimas, después del dolor físico extenuante, después de sus besos, después de sus manos, después de la vida, la ira, el sueño (¡el sueño!), los desvaríos, las siluetas oscura, solo podía venir la eterna luz de mi destino reflejado en un espejo de litio.

No.

Una caricia me levantó y me convirtió en poeta. Una divinidad bastante existente me llevó de nuevo a lo que había perdida. (Creo que era una mano formada por todos ustedes).

Mis pensamientos de mezclan.

Esa dulce jaqueca que ahora aparece.


jueves, 10 de septiembre de 2015

Pasa y gloria.

Pienso en reescribir una historia. ¿Que la original tuvo glorias y penumbras? No lo niego. Es más, abrazo ese suceder de situaciones que me han traído hasta este momento. A sentir tus manos en las mías, a darte un beso cada vez que pueda, a acariciarte las mejillas con un orgullo como nunca pensé que podía hacerlo.

Todos tenemos muertos en el placard, pero yo quiero enterrar a los míos. Visitarlos, tal vez, y dejar un ramo de flores mustias en los floreros, que estarán enterrados al lado de los cajones de madera clara, mientras la fauna de la tierra se hace cargo de descomponer la materia antes viva y de devolverle a la naturaleza lo que una vez me quitaron.

sábado, 22 de agosto de 2015

El grito.

Doy vuelta la cara y siento el grito, el desconsuelo, la pereza de la liviandad de respirar, la molesta sensación de querer hablar y tragarme cada palabra. No se siente perfecto, porque no lo es, pero esperaba que fuera más fácil.

"Tomate tu tiempo. Yo no me voy a ningún lado", me dice mientras sostiene mi mano y me atrapa entre su mirada y sus dientes, perfectos, blancos, relucientes; siento que quisiera morderme, pero de una forma sutil, amorosa, casi de cuenta de hadas. "Todo el tiempo es nuestro", me repite al oído mientras yo dejo salir una lágrima desde mi ojo derecho, que es el emocional, al menos en mi caso.

Siento el grito venir. Ya mismo me atrapa. Las noches gastadas en la cama, completamente abandonado y solitario. Las persianas bajas, porque el sol era enemigo y la luz era una guerrera fuerte y poderosa. Mis manos duras y tibias, llenas de tierra, empezando un nuevo camino; arando la tierra, pisando fuerte, caminando una nueva ruta que nadie conocer. El sol ahora es mi amigo y la luna es solo un recuerdo.

El mismo grito desgarrador que me envuelve siempre, cuando me desprotejo, cuando siento que todo va a llegar al final. Una mano amiga, la de mi madre, la de mi papá, la mirada fría de mi hermana, la sonrisa de mis sobrinos, la mano del que me envuelve el corazón en celofán.

Esta es mi historia y me tengo que hacer cargo. La juventud me dejó destruido y debo reconstruir cada pedazo desde sus cimientos, desde el suelo frío, desde las penumbras de la soledad, y aprender a caminar acompañado. La soledad siempre fue mía; tal vez es una virtud.

martes, 18 de agosto de 2015

Mañana

Baladas ochentosas que suenan desde la eternidad de mis pensamientos. Será por eso, por haberme criado a destiempo, que hoy me cuesta reconectar mis sentimientos con la realidad.

"Mañana será un buen día", me dice Britney y Perón desde unas imágenes que colgué en mi placard, para alegrarme y juntar fuerzas cada vez que abro los ojos desde mi cama, de esa que fue testigo de la nada porque siempre elegí camas ajenas.

No más comidas sanas ni meriendas saludables para este señor. Mañana es el día en el que espero el final de este segundo encuentro de boxeo entre mis incertidumbres y mis mañas. Ojalá el día que sigue a esta inquietud pueda solucionar las manías que me atan a la desilusión de ser un perdido más en este desastre que tengo por vida.

No quiero cumplir horarios, pero necesito una rutina que me haga bien. Mañana será igual y seguiré queriendo entenderme. Por ahora decido cambiar de canal, escuchar otra música, y solucionar mis problemas con un poco de papel, cigarrillos, y un mate bien amargo.

Es simple mi búsqueda: amor, deseo, estabilidad, emoción, caricias, sentimientos reales, ayuda diplomática desde mi interior, canciones que me recuerdan a momentos pasados.

La historia de los 25 años que no fueron.

Los cuentos de princesas que vaticinaban un futuro repleto de ilusiones y carrozas que se convertirían en calabazas después de 12 nunca se hicieron realidad. Nada de eso fue real, nunca lo será. Mi hada madrina se olvidó de que yo, en algún lugar, en algún momento, me había pinchado la punta del dedo índice mientras escribía en un cuaderno de renglones perfectos. Ahora veo en mis sobrinas un cuento que puede ser.

No sirvieron de nada las contradicciones ni las ideas rebuscadas. El menemismo me marcó de por vida y entendí que podía privatizar mis sentimientos. Es ahora cuando logro ver en retrospectiva todo lo que pudo ser y no fue. Las peripecias de la niñez causan un revuelo en las hormonas, que se traducen en impulsos, que se vislumbran a lo lejos, que se difuminan en medio de una noche caliente, que se dibujan altruistas en la lejanía, que se pierden en la intención y en el ideal, que se hipnotizan entre ellas para hacerme creer que lo que vivo es una consecuencia. La niñez y el infantilismo no me van a dejar nunca; ese es mi miedo mayor,

¿Cuántos kilómetros de un rastro de sangre tuve que analizar para llegar a este momento? Las respuestas están escritas en las paredes de lo que solía ser mi habitación, esa que usaba cuando era un bebe, la misma en la que mi madre tenía miedo de que me robaran, y por eso ella dormía del lado de la ventana, para que yo estuviera a salvo.

La idiotez de los padres primerizos tiene un tinte lúgubre cuando se la compara con la ilusión de la adultez. Mi juventud se vio perdida entre cajas de vino y besos mentirosos. Cuánta mentira. Cuánta verdad. Mis libros quedaron en segundo plano y nunca logré entender qué significaban cada una de las oraciones que salían de mis manos, con una lapicera en una mano y un cigarrillo en la otra. Mis padres, presentes en cada paso, mintiendo cuando pueden y sintiendo cuando se ven obligados.

Mi perspicacia tenía fecha de vencimiento. Una charla forzada se ilumina en cada mañana, cuando tengo que salir al mundo y dejar mi cama repleta de sueños y desviaciones de la coyuntura. (Le doy vida a los objetos y a las sensaciones. Quiero elegir un nombre para cada una de ellas). Cuando camino hacia mi destino diario, encuentro en el camino historias y sueños rotos; el sistema es así: te avasalla, te miente, te forma, te destroza, te ayuda en la reconstrucción y te limpia para poder reutilizarte; el reciclaje emocional del capitalismo. Levanto la mano para subirme al micro que no es y veo que todo es una ilusión. No soy un adulto y me niego a dejar la cama.

Quiero que mañana sea otro día. Me reniego a aceptar que me queda un mes para cumplir 26 años porque detrás de eso hay una historia, un comentario que no tuvo respuesta, y una mentira que todavía sigue siendo verdad.

Quiero que las cosas sean más simples.
Quiero que mañana sea otro día, con otra rutina y otras ideas.
Quiero que los vientos de Mendoza me digan hacia dónde ir.
Quiero seguir enamorado.
Quiero encontrarme y poder ser feliz con mis decisiones.
Quiero volver a los 17 y tomar mejores caminos.

Quiero dejar de ingerir químicos todos los días para poder sonreír. Necesito limpiarme por completo y poder caminar sin la ayuda de una prescripción médica. "Hay pastillas que son de por vida", me dijo el médico y ahí entendí todo; mi malestar es vitalicio y no se va a ir nunca. Aprenderé a caminar ayudado por la sugestión medieval que llevo por amuleto. Casi olvido que cada píldora que trago tiene un nombre y una historia. Las recetas del psiquiatra son un cuento de nunca acabar.

Por lo menos, hoy me pude levantar sin ganas de acabar con todo lo que me rodea. Tengo un proyecto. No. Tengo tres proyectos y los pienso llevar adelante. Ninguno me da de comer ni me permite seguir adelante, solo me mantienen a raya en el día a día, porque la rutina es beneficiosa cuando tenés un diagnóstico terminal.

A vos, gracias por haberme hecho tanto daño. Tanto como la mierda que consumí de chico, disfrazada de cuentos de hadas y galanes en trajes negros de satén.

Mis padres, mis médicos, mis amigos, mis ilusiones, mis novios, mi corazón, mis lecciones preferidas de Lengua, y las ecuaciones en las que había que despejar la "X" para entender el resultado; todo es una porquería. Tengo que sacar la basura cuando corresponde, antes de que pase el camión recolector, después de cada noche fría, cuando los perros del vecino ladran a la luna.

Nunca entendí por qué festejamos los cumpleaños. Para mí, no dejan de ser un recordatorio de todo lo que quería ser y todo lo que no soy. Cumplir años es una cagada.

jueves, 6 de agosto de 2015

I) El monstruo del sexo.

Cuando queremos a alguien, aparece de forma inmediata un impulso sexual que nos envuelve. Esa manía que tenemos los adultos de querer racionalizar todas nuestras emociones se hace insostenible cuando no logramos confrontar realmente contra un conjunto de hormonas que se vienen preparando para la guerra des que la pubertad golpeó las puertas.

Hay violencia, y mucha, más aún cuando tu sexualidad no es vainilla y elegís golpear un pecho a acariciar una mejilla. Se presentan las cartas del juego de la vida, de la reproducción, del placer, de la agonía del éxtasis producida por una mordida en el lugar preciso, de la mano que recorre la espalda, de las piernas entrecruzadas, de la penetración emocional, y de la lujuria desfachatada.

Hay amor porque así lo entendemos. Una pulsión de muerte y otra de vida. Las dos caminan de la mano, siempre evitando enlazarse en una rabieta convulsiva. "Necesitamos equilibrar", me dicen mis voces internas. "Pero alguna debe ganar", me dice el pasado que tanto me agobia.

Las voces de las historias ya contadas aparecen desde el cielo, bajando como ángeles de destrucción, armas de complementos plásticos y lúgubres ilusiones. Las cosas se reordenan y el juego vuelve a empezar. "Cuando entiendas el amor, vas a querer evitar el dolor, y vas a entender que tu vida tiene sentido", me susurran esos ángeles malditos. Malditos porque son blancos, porque no entienden den dolor, porque eligen hacerse los desentendidos, porque prefieren comer de la dulce agonía de los amantes antes de embriagarse con el placer diminuto de una caricia.

"Nos obligan a dejarnos llevar", me gritan mis voces internas. "El miedo no te tiene que paralizar", me incitan las otras, las voces de los fantasmas del ayer, cubiertos de lodo y agua sucia, con olor nauseabundo y colores horrendos; mala decoración de mi mente.

Nunca tenemos que tener miedo, o eso nos quieren vender. La realidad pasa por otro lado y se engloba en otra teoría, de la que ahora no quiero hablar, "La teoría de la salvación emocional" o, como también se la conoce, "La teoría de la emoción salvadora"; mismo nombres, quizás, distintos puntos de vista, si hablamos con diferentes personas.

Hoy me decido a pelear contra el monstruo de la intimidad, el del sexo, el de la unión. Solo me falta una espada, pero tengo la compañía que necesito, el caballero, en su corcel blanco y alado, listo para luchar conmigo y terminar con la dictadura emocional a la que estoy sometido.

De caballeros y miedos.

Mi cabeza, a veces, parece un juego de estrategia; un mapa sobre una mesa con barcos y caballerías de madera, esparcidas sobre cimientos importantes de alguna ciudad o pueblo al que hay que derrotar. Yo podría estar vestido como un rey en la época medieval y hacer de cuenta que todo saldrá bien, que ganaremos, porque tenemos a los mejores caballeros y a los mejores arqueros. No es el caso. Soy un hombre común, con aspiraciones mundanas y con sueños realizables.

En ese juego mediocre de querer ganas batallas imaginarias, porque solo existen en mi mente y en ningún otro lugar, aparecen monstruos que toman formas reales y delimitadas. No son círculos de confianza, ni anillos de poder mágico, mucho menos de hadas o de algún ser mítico que tenga habilidades sobrehumanas. Soy solo yo enfrentando mis miedos, que decidieron hacerse concretos.


lunes, 3 de agosto de 2015

Reflexión de media tarde.

Este miedo irrespetuoso aparece de nuevo. Estas ganas de arrancarme la piel, despojarme de la sangre que circula adentro mío, de entender que puedo ser feliz de nuevo. No quiero ser el último en darme cuenta de que las cosas podrían ser distintas. Quiero volver el tiempo atrás y poder sonreír sin tener que cuestionar cada uno de mis dientes. Necesito encontrar la forma en la que debería poder caminar sin miedo a caerme.

Un párrafo sin sentido, como el miedo que tengo.

No necesito más señales o signos que me adelanten la necesidad de poder besar sin temor, de querer amar sin temor, de poder ver sin temor, de entender que soy el único que tiene miedo. Soy esto que ves y nadie lo eligió, ni lo elegiría. El temor a ser el que te haga sufrir no se me va nunca de las manos, la única parte de mi cuerpo que no es peligrosa.

Ni más noches sin dormir ni más mañanas acumuladas detrás de una red de mentiras. Una cama cubierta de colchas para evitar que el frío llegue y me detenga el corazón. Un camino de hojas secas para seguir escuchando tus pasos cada vez que te acercás. Un sinfín de sonrisas que me susurren al oído que todo va a estar bien, que todo está bien. Un cuento en el que los dos estamos bien.

Ya se hizo tarde de nuevo. Llega agosto y, con él, una nueva caricia de muerte, un nuevo atardecer de simplezas algo lúgubres, un remolino de incertidumbres. "¿Estaré mejor que ayer? ¿Tendré, acaso, que dejar de quererte como deseo?", es lo que me pregunto. Más dudas aparecen en el centro de mis emociones y quiero tener la respuesta a cada una de ellas.

Yo entiendo que vos quieras, pero no quiero que quieras. Yo entiendo que me quieras, y quiero que me quieras, pero estas reglas que me impuse son de madera dura y añeja, y es difícil atravesarla.

Otro párrafo sin sentido es otra idea suelta, sin dueño, sin camino.

Quiero desearte como lo hago y quiero que sea recíproco. No hay nada más que yo desee en el universo que poder tocarte sin miedo. Las barreras físicas existen y funciona, pero, ¿qué pasa si nos olvidamos, si una noche no tengo ganas de compartir con vos una cama porque el miedo vuelve a florecer en el medio de mi pecho? Las mentiras nunca funcionaron y a vos te pude decir la verdad.

Esto va tomando forma. cada día estoy más convencido de que no estamos hechos para caminar solos y que la única forma de quererse a uno mismo es dando de vuelta el amor que recibimos.

Barreras, emociones, mentiras, sentimientos encontrados, flores secas de tanto viento, palabras que se avecinan airosas y consistentes; un montón de pies caminando juntos. Cuatro, solo eso. Cuatro es un número perfecto.

Mis miedos y tu sabiduría. Mi miedo y tu inteligencia. Mi razón y esta irracionalidad que me invita a envolverme en un ramo de rosas negras. Quiero desaparecer y conocerte de nuevo, en otro tiempo, con otras reglas, con los miedos normales, con los caminos parecidos.

No tendremos cosas en común, pero mi irracionalidad me invita a quererte y estoy más que dispuesto a entregarte todo lo que tengo. Quiero que seas mío y yo poder ser tuyo. El miedo, de nuevo. El instinto asesino de mis entrañas me invade, otra vez, me envuelve en telas transparentes que me dejan ver todo lo que ocurre, pero que me mantienen lejos de vos.

Te quiero querer y lo hago. Quiero que me quieras como lo venís haciendo, pero necesito que entiendas mi miedo a lastimarte.

Hace un tiempo me transformaron y me dieron una forma nueva, un cuerpo extraño, una simulación de bienestar, y una botella blanca con mi nombre escrita en un costado. "Aferrate a esto o vas a morir", me dijeron hace un año. Hoy sigo eligiendo ser fiel a mí mismo, pero eso me aleja de la unión de los dos.

Te quiero querer como lo hago. Quiero que me quieras como lo has hecho todo este tiempo, pero necesito que entiendas el miedo irracional y patético que tengo de poder lastimarte, así la posibilidad sea de una en millón.

Siempre tuve mala suerte. Mis viejos se decepcionaron, mis amigos me dijeron que no, y la biología me dio la negativa. No quiero agregar un fracaso más a este camino repleto de piedras.

Te quiero como lo hago y vos me querés como lo hacés. Lastimarte sería doloroso e imperdonable.

Solo te pido tiempo para que mi mente y mi cuerpo, mi alma y mi ser, entiendan que es solo una ilusión, que lasimarte sería imposible y que nunca vas a cargar con la misma mochila pesada con la que vengo caminando hace algo más de dos años.

Gracias por ayudarme a ser mejor persona, a perder los miedos, y a pensar con más claridad.

Quiero que me sigas queriendo y quiero seguir queriéndote.

sábado, 1 de agosto de 2015

Reflexión de madrugada.

Un cataclismo de emociones que tienen dueño ahora me invade y ya no necesito preguntarme por qué. Es claro que estoy totalmente dispuesto a entregar lo poco que tengo. Y es poco porque otros me quitaron lo más lindo que tenía para ofrecer. Aún así, sabiendo que no estoy completo, me abrís los brazos para recibirme de la forma más honesta que he conocido.

Tengo miedo de lastimarte, de herirte de una forma que deje una marca de por vida en vos. Las voces inocentes de mi pasado se pintaron el rostro de negro y me persiguen cada vez que quiero darte un beso. Tu voz y mi piel, mezclados con mis miedos y tu especial sonrisa.

Ya hemos sido uno y necesito repetir la experiencia, pero la necesidad de cuidarte es más grande. Repasar tu espalda y marcarte por siempre, como hago, - porque soy un loco, porque tengo esa necesidad, porque ya me lo explicaron, porque necesito marcar mi dominio, porque somos dos y quiero que seamos uno - eso es lo que quiero.

¿Qué pasa si mañana ya no estamos juntos y te lastimé para siempre? ¿A quién le vas a pedir permiso? Espero ser yo el que te levante todos los días y el que te dé de comer. Cuando entiendas los riesgos, a lo mejor, vaya a ser tarde. No quiero ser el que te dé todo y el que te lo quite. Ayer me preguntaste que cada cuánto tiempo teníamos que controlar mis emociones y las tuyas, y no te supe responder. Tal vez sí, tal vez dije lo que no sentía, pero te sentí tan cerca y tan grande que ahora necesito entender qué es lo que pasa.

Quiero que amanezcamos y que nunca nos cubra la noche. El instinto asesino que me abraza todos los días tiene un nombre, que se graba día a día en mi piel, y no quiero que mi historia se convierta en la tuya. No te puedo pedir perdón por algo que todavía no hago.

Nunca me podría perdonar lastimarte. No quiero que tus miedos y tus costumbres lleven mi nombre con dolor.

domingo, 26 de julio de 2015

Receta para sufrir.

Pará. Pensá. Respirá. Volvé a pensar. Pará. Frená. Detenete. Respirá otra vez. Seguí respirando.

I) El corazón bombea más veces de las que nos damos cuenta. La sangre empieza el camino y es truculento. Si vuelve al inicio es que algo no salió bien. Siempre me costó entender cómo funcionaba el sistema circulatorio. Sé que el corazón es una bomba y que a veces se detiene. Nunca entendí bien cómo tomar en cuenta las razones por las que nos quedamos sin sangre. Tal vez la tristeza tiene algo que ver.

II) Sé muy bien las consecuencias que tiene fumar. Entiendo a la perfección el daño que la nicotina y el dióxido de carbono le hacen a las arterias. El insomnio es parecido porque lastima el canal por el que rozamos con cada sentimiento. ¿No es lo mismo acaso ese sentimiento de podredumbre emocional? A lo mejor. No tengo una respuesta en este momento. Solo sé que, si no respiro, me quedo desnudo frente a mis miedos y eso está mal.

III) No visito lo suficiente a mi abuela. Tiene que ver con el miedo irracional que le tengo a la vejez; el temor que siento a vivir solo encerrado en una casa con cinco gatos y muchos ceniceros repletos de colillas de cigarrillo. Mi abuela a lo mejor me extraña, pero de seguro el alzheimer se encarga de mitigar el dolor del abandono.

IV) Siempre es bueno tener una lista de reproducción de canciones tristes para llorar con un sentimiento de película de cine independiente.

sábado, 18 de julio de 2015

Un lapso de tiempo

6 años. Un poco más de la mitad de una década, un tiempo donde nada ha cambiado.

6 años. La mitad del tiempo que tardé en darme cuenta de que no era como los demás.

6 años. Un tiempo donde todavía me siguen doliendo las incongruencias del amor.

6 años. 72 meses de torturas inimaginables.

6 años. Una angustia infantil me devora aún hoy.

6 años. Todavía sigo asistiendo al funeral de mi amor propio.

Otoño eterno.

Me atrasé en las estaciones y ahora el invierno lo vivo como el otoño. Siento que el frío helado que tengo que soportar en las manos se hace más pertinente cuando lo imagino como el viento zonda que suele aparecer después de las heladas en las montañas. Ahora siento que todo tiene sentido.

Devolví las canciones que me habían prestado y me encuentro curtido, sabio, entendido, calmado, y sincero. Entender que las cosas no siempre son nuestras a veces le da a la situación un estilo de cuento hollywoodense. Prefiero ver la realidad de esa forma porque me siento más interesante.

Pensé que todo lo que estaba viviendo iba a terminar y ahora me encuentro en un nuevo comienzo. Después de devorar las impericias del destino, lleno de caprichos y remolinos, veo con claridad la ternura de los besos y la fragilidad de las miradas.

Pensar en el futuro se siente de manera concreta en mi pecho palpitante. Pienso, tal vez, que podemos correr en contra de todo lo establecido y triunfar, como triunfaban los señores, los caballeros de los cuentos, cuando se enfrentaban a las bestias. No tenemos ninguna hechicera malvada esperando que cometamos un error, pero podemos sentir el suspiro eterno de la malicia recorrar nuestros cuerpos cada vez que intentamos estar juntos.

A lo mejor nuestro destino esté hecho de cera, para que pueda desaparecer ante el primer calor, pero que se reconstruya con el mismo molde; una renacer constante de nuestra idiotez. Ahora somos dos y mi soledad se quedó abandonada en el fondo de alguna botella de vino agrio. Ya no quedan más noches inconclusas, llenas de mentira y de volatilidad emocional. Entiendo el sufrimiento que tuve que pasar para poder apreciar la dulce espera de alguna mano amiga, de tu aliento a cereza, de tu corazón galopante y permanente.

Caminemos juntos este camino disperso. Hagamos buenas migas con las señoras del campo, esas que nos dan de beber cuando estamos cansados. Ellas, tal vez, no entiendan este amor, pero estoy seguro de que las vamos a convencer.

Tratemos de ser cautos a la hora de comer del plato de otro porque nunca podremos confiar en la seguridad. Mientras estemos juntos no hay nada que nos vaya a poder derrotar porque somos conscientes y tenemos poder de decisión. Somos dos contra todo, contra nuestros fantasmas, contra los demonios itinerantes de nuestras madres, contra la desidia de la mentira hecha verdad, contra la demagogia de los cuerpos efímeros, contra la luz que intenta hacer a un lado la oscuridad necesaria.

Seamos dos con un mismo ideal. Caminemos juntos este camino empinado hasta que nos cansemos y un beso nos levante de nuevo. Ideemos un viaje eterno hasta que mi corazón le pida al tuyo una caricia y el tuyo se sienta fuerte.

Inventemos una historia como las que leía de pequeño, donde los príncipes no siempre encontraban a las princesas, pero entendían que podían disfrutar del beso de otro caballero.


viernes, 17 de julio de 2015

El final.

Pasó tanto tiempo que a veces no logro entender cómo es que disfruto de la felicidad. Tantas heridas en el proceso, máquinas desgastadas por el paso del tiempo, sentimientos encontrados, una botella de vino descorchada y sin usar, un montón de caricias que nunca tuvieron dueño, y la necesidad de ser querido. La desdicha de la ilusión a veces se siente presente, superpoderosa, vacante, y persistente.

Me costó entender que tus manos no me van a lastimar, ni van a querer guiarme hacia la eterna indecisión de saberme poco querible. Ahora entiendo la luz que sale de tus ojos cada vez que me decís algo lindo. Puedo moverme libre, sintiendo cada premisa cumplirse cada vez que doy un paso. Ahora es cuando entiendo que estamos hechos para caminar de a dos, que los humanos nacemos incompletos, y que la mentira siempre se acaba para darle lugar a lo más bonito que tiene el ser humano, que es la verdad.

No tengo a quién agradecerle todo esto, porque soy mío y de nadie más, y porque dios no existe, es una mentira del imperio de la desdicha.

Ahora miro tus ojos y veo felicidad por todas partes.

¿Cuánto durará este cuento de hadas? ¿Cuándo vendrá la bruja mala, la madrasta despechada, la hechicera perversa?

martes, 14 de julio de 2015

Desde la cama, desde el infierno.

La triste realidad de mi cuerpo. La desilusión de mi ilusión de soledad. La increíble tibieza con la que encuentro tus labios. La dura emoción de la carne fría contra el pavimento. La sutileza con la que tus palabras me acarician la piel. El encuentro rutilante de mis miedos cada mañana. La sonrisa que esbozás cuando me ves. El intento de vivir pegado a la realidad cuando quiero soñar. La imaginación de tenerte en mis ojos. La sinceridad de un pedazo de papel que anuncia mi muerte. El dulce desafío que es confiar en otro cuerpo. El sentimiento de ironía cuando me siento solo. La dulce espera del domingo a la tarde. La melancolía de mis dudas encerradas en un disco de platino de música pop. La colilla del cigarrillo que fumo mientras te espero. El sencillo aro de luz que veo cuando te pienso. La increíble espera de lo impensado. Tus labios y mis miedos. Mis miedos y mis labios; los tuyos y los míos. Tus miedos y mis labios. El color rojizo de la demagogia emocional. Mi simpatía camuflada. Tu llanto de alegría. Mis lágrimas de tristeza. Tu abrazo necesario. Mi corazón destrozado. Mi corazón sanado. Mi cuerpo enfermo y tus manos calientes. Mi vida y un nuevo principio. Vos y tu eterno resplandor. Nosotros y el mundo. Nosotros contra el mundo. Tu mano sobre la mía. Tu espalda debajo de mis brazos. Tu sonrisa y tus dientes. Tu escudo y mi espada. Los sueños y vos. Mi miedo al fracaso y tu canto a la vida.

No hay vueltas ni explicaciones; te quiero.

domingo, 14 de junio de 2015

Chispas.

Damos tres vueltas para terminar en otro lado. Más oscuro, con menos gracias, pero más auténtico. Eso me decían, eso creía. La música sigue siendo la misma pero el dolor es distinto.

Si te pegan una vez, la culpa es del otro, pero si te pegan dos veces, la culpa es tuya. Eso me hubiera servido hace tres años. Ahora me queda ponerle nombre a las píldoras y pastillas que tengo que tragar.

La misma música entra por un lado y sale por otro, inundando todo lo que alguna vez fui. Dicen que los artistas cobran y que no les importa la gente. Yo elijo creer que ellos y ellas sí entienden lo que hacen con mi cabeza.


La culpa de todo esto la tengo yo. Le puedo tirar culpas a mi madre, por hacerme así. O puedo culpar a mi viejo por haberme creído.